3: ¿En Dónde Me He Metido?

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Era mi primer día de escuela y estaba mirando fijamente el edificio del instituto desde la calle. Solo llevaba puesto el uniforme una hora y ya lo odiaba. Era una falda a rayas negra, gris y azul; una camisa blanca con una mini corbata azul para chicas, y una chaqueta estilo americana de color azul. Por lo menos, agradecía que el color no fuese de un azul pitufo.

Diego me miraba con una ceja arqueada y sabía que se estaba burlando de mí. Seguro que pensaba que estaba muerta del miedo. Se quitó uno de los audiculares y me dijo:

Diego: ¡Poco más y te haces caca encima!

Lo miré molesta porque en el fondo sabía que lo que había dicho era cierto. No entendía porque teníamos que ir a ese instituto. En realidad, no era una persona que se preocupase por el que dirán, pero no podía evitar estar asustada.

Entramos juntos y ahí nos separamos. Yo fui directa a mi taquilla y debo reconocer que me costó bastante encontrarla, porque solo me habían dicho el número, pero no donde estaba. Intenté abrirla sin soltar la carpeta, pero al final tuve que dejarla un segundo en el suelo porque no me aclaraba.

Parecía que me habían dado mal la enumeración y no pude evitar bufar con molestia. ¡Maldito día! Y para empeorarlo, los calcetines azules me picaban. Intenté meter de nuevo la enumeración, pero no funcionó. Suspiré enfadada y le di un manotazo a la taquilla con rabia. La gente se giró y muchos se rieron. Otros me miraron como si fuera retrasada. ¡Genial, ya había dado la nota el primer día! Sabía como eran esas cosas. Seguro que empezaba a difundirse la noticia de que la nueva estaba loca.

Fui a secretaría a intentar solucionar el tema de la taquilla, pero parecía que les hablaba en chino porque o no me entendían o hacían como que no. Me ponía más nerviosa por minutos. ¿Es qué nadie podía arreglarlo o simplemente darme otra taquilla?

Me hicieron esperar hasta que llegase la vicedirectora, porque el director no estaba. Cada vez alucinaba más. ¿Tanta pérdida de tiempo por una mísera taquilla? ¡Maldito colegio de pijos! Las secretarias cuchicheaban sobre su vida privada mientras esperaba. Cansada de estar mirando la pared, saqué el libro de Cumbres borracosas, uno de mis favoritos, y me puse a leer.

Perdí la noción del tiempo, hasta que vi como entraba una mujer que debía tener unos treinta y pocos años. Era muy bonita y rezumaba elegancia. Al verme ahí se sorprendió y les preguntó a las secretarias que estaba esperando. Cuando escuchó lo que había ocurrido, se enfadó con ellas y les reprendió por no haber sido capaces de resolverlo sin su intervención. Me miró sonriente y me dijó.

- Debes ser Anahí Puente Portilla - yo asentí mientras le estrechaba la mano -. Perdona lo que ha ocurrido. El mantenimiento no está aquí, así que lo mejor será que te de otra taquilla.

Suspiré de alivio y noté que le hizo gracia. La acomopañé hasta su despacho y me dio la misma numeración para otra taquilla. Me explicó dónde estaba, e incluso técnicas por si veía que no podía abrirla a la primera vez. Le agradecí y antes de que me fuese, me hizo esperar, hasta que me firmó un papel.

- Enséñaselo a los profesores de los que has perdido clases. No te pondrán ningún problema.

Asentí sonriente. Salí y me encontré con una chica que parecía muy atractiva y sonriente; tanto, que hasta te ponía un pelín nerviosa con tanta simpatía. Tenía los ojos marrones y llevaba dos coletas, una a cada lado y estaba delgada. Parecía más o menos de mi edad.

Me cogió del brazo y tiró de mí por el pasillo. Me miró con una ancha sonrisa y sacó unos papelitos. Los leyó lentamente:

- Soy Maite - estaba hablando en español con mucha lentitud -. Me voy a encargar de...- me miró sonriente e intento seguir, sin que se le trabase la lengua - de... guiarte - se aplaudió a si misma muy orgullosa. Yo estaba alucinando. Se debía de pensar que no sabía hablar inglés -. ¡Vamos!

PONNY Y BARKEN [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora