10: Chantaje

109 8 1
                                    

Todo lo demás pasó muy rápido. Salimos del laboratorio y tuve que aguantar como me agarraba cada uno de una mano. ¿Pensaban que quería lo mismo que ellos? Antes se congelaría el infierno que permitir que volvieran a tocarme. Si antes los detestaba, ahora los odiaba como nunca.

Me acompañaron hasta mi taquilla. Christopher me acarició la mejilla, para después darme un beso en ella. Alfonso me mordisqueó la clavícula con deseo y seguidamente pasó la lengua en donde había pasado sus dientes. Tenía unas ganas tremendas de abofetearlos. Quería verlos tras las rejas y si tenía suerte, que se quedarán allí para siempre.

Alfonso me abrió la taquilla, sin haberme preguntado siquiera la clave. Lo miré entrecerrando los ojos. ¿No sabían hacer otra cosa aparte de inmiscuirse en mi vida? Observé como sacó mi móvil y grabó dos números en la agenda. Suponía que eran los de ellos.

Anahí: ¿No vas a grabarte tú el mío?
- no pude evitar que mi pregunta sonara irónica.

Alfonso enarcó una ceja y comentó:

Alfonso: ¡Que poco ha durado tu sumisión!

Christopher se rio, mientras me abrazaba por detrás. Me tensé y me di cuenta de que los dos se percataron de ello.

Alfonso: Para tu información, nena, ya lo teníamos. - me guiño el ojo y añadió -. Tienes clase ahora. Por nosotros, puedes no ir y quedarte, pero estoy seguro de que estás deseando huir. ¿O me equivoco?

Quité los brazos de Christopher y agarré de la taquilla el libro de mi siguiente clase.

Anahí: No, no te equivocas.

Chris: Bueno, Roma no se construyó en un día - bromeó.- Lograremos que estés cómoda con nosotros.

Miré hacia otro lado, haciendo como que no estaban.

Alfonso: Quiero que te quede algo bien claro.- me obligó a mirarlo. - ¡Eres nuestra chica quieras o no! Si antes teníamos alguna duda, la has disuelto al haberte corrido gracias a nosotros. Eres nuestra y nosotros somos tuyos. Es un hecho, no una promesa.

Se me acercó y me rozó los labios con los suyos. Christopher lo imitó y lo siguió, dejándome sola. Cuando vi que habían desaparecido, corrí por los pasillos a una velocidad vertiginosa. Tenía que salir de ese instituto. Solo deseaba llegar a casa y protegerme en mi cuarto. ¿Cómo había dejado que pasará todo eso?

Llegué a casa en menos de diez minutos, prácticamente corriendo. Al entrar, vi que estaba vacía. En mi cuarto, pateé todo lo que encontraba. Necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro, pero no con esos dos. Algo tenía muy claro y era que no podía desafiarlos más. Una prueba clara de ello era mi trasero, ¿pero qué podía hacer? Por lo que me había comentado Maite, la policía haría oídos sordos y lo mismo ocurriría con el director de Chilton.

Me senté sobre la cama y me masajeé la sienes. Se me tenía que ocurrir algo. Me negaba a ir un día más a Chilton. No dejaría que me tocarán de nuevo. Gemí al pensar en lo que había pasado en el laboratorio. Había que reconocer que había sido la peor experiencia de mi vida por los azotes, pero la mejor hasta el momento sobre el sexo.

Diego: ¿Anahí?

Levanté la cabeza al oír a mi hermano. Me miré brevemente en el espejo de mi cuarto para ver si tenía buen aspecto. Hice una mueca. Podía estar mejor.

Entró a mi cuarto sin llegar a tocar. Estaba muy contento y me relajé. Pensaba que se había enterado de lo de la cafetería y que por lo tanto, me pediría explicaciones.

Diego: ¡Anahí, no te lo vas a creer! Me pasó algo increíble. - estaba exultante y se le notaba.

Anahí: ¿Qué? - fingí emoción.

PONNY Y BARKEN [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora