14: Una Cena Tensa

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Mi madre no paraba de armar revuelo en la cocina. Le había explicado que mis novios, y sí, novios, en plural, iban a ir a cenar. Al principio se escandalizó porque ella tampoco terminaba de entender esa costumbre de bigamia o poligamia. Sin embargo, cuando le conté que eran dos chicos de veinte con mucho dinero, se hizo de la vista gorda.

Tisha: ¿Crees que les gustará el cordero? ¿Estará muy seco?

Reprimí las ganas de decirle que estaban más acostumbrados a caviar, pero no quería hacerla sentir mal. Además, ella, mi padre y mi hermano vestían como pinceles, aunque les había dicho que no era necesario, pero nada, les entró por un oído y les salió por el otro. No paraba de corretear por la cocina como un pollo sin cabeza.

Tisha: ¡¡Diego!!

Yo me apoyé contra la pared y vi como abría el horno para ver como iba el cordero. Volvió a gritar, hasta que el susodicho apareció. El pobre se había visto forzado a llevar pantalones y una camisa.

Tisha: Pon la mesa, pero de manera fina.

Diego: ¿Y cómo se hace eso? - se burló.

Tisha: Búscalo por internet. ¿No usán los jóvenes tanto el Wi-Fi en el móvil?

Anahí: ¡Basta! - interrumpí.- Diego, pon la mesa normal. Estamos en mi casa, no es un restaurante de cinco estrellas. ¡Qué ellos se amolden!

Mi madre se quedó con la boca tan abierta que casi se le veía la campanilla. Antes de que rechinara, salí y subí las escaleras para cambiarme, aunque no sabía que ponerme. Bueno, ¿qué estaba diciendo? Yo pensaba ir mucho más normal que el resto. No pensaba arreglarme y menos para ellos. Saqué unos jeans azules y una blusa blanca, bonita, pero sencilla. Cuando me estaba calzando, mi madre entró.

Tisha: ¿Qué llevas puesto?

Anahí: ¿Ropa?

Tisha: Deja ese tonito, Anahí. ¡Vístete mejor! Vienen tus novios a cenar, no te vas a un bar.

Anahí: A ver mamá, se supone que ya salgo con ellos, no tengo que impresionarlos.

Se quedó pasmada y yo bailoteé internamente al ver su desconcierto.

Tisha: ¿No puedes hacer ni un esfuerzo?

Anahí: Creéme, se sorprenderán si ven que de verdad me he arreglado.

Tisha: Anahí, por favor, hazlo por mamá, ¿sí? Lo educado es que cuando vengan visitas, las recibas correctamente vestidas. Imaginate si encima son tus posibles yernos y de una clese social mucho más alta. No hagas que piensen que te he educado mal, por favor.

Sonaba ridículo su discurso, pero en el fondo me sabía mal negarme. Me lo había pedido de buenas formas. Me senté sobre la cama y sabía que iba a arrepentirme.

Anahí: Está bien, ¿qué me pongo?

Sonrió ampliamente y se acercó al armario. En cuanto vi que vestidos sacaba, decidí elegirlo yo misma. Era una cena, no una boda. Pensaba ceder, pero no tanto. Saqué un vestido de manga larga que me llegaba a mitad del muslo, más o menos. Tenía un estampado de florecitas.

Tisha: ¿Ese? ¡Pareciera que irás a la playa!

Anahí: ¡Mamá! Es este o nada. Decide.- me crucé de brazos.

Tisha: ¡Eres imposible!

Salió de mi cuarto y oí como iba a abajo para dar un último repaso a la casa. Me miré en el espejo y quise arreglarme un pelín más, pero solo con maquillaje. Me añadí una ligera sombra de ojos marrones, rímel, brillo y rubor. Quedaba muy natural, lo que me gustaba. De golpe, me quedé parada. ¿Porqué me arreglaba? Volví a sentarme sobre la cama y me di cuenta de que estaba muy preocupada. Aunque yo no sintiera a Alfonso y Christopher como mis novios, así los presentaría.

PONNY Y BARKEN [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora