Ninguno de los dos me insistieron más, simplemente me arrastraron hasta mi dormitorio, en el que según ellos acabaría siendo nuestro.
Alfonso me atrajo a sus brazos y me besó. Gemí bajito al pensar en lo que iba a pasar. Me hormigueaban los dedos de la ansiedad, pero a la vez del miedo. Rodeé su cuello con mis brazos y en aquel momento no me importaba los más mínimo lo que podía pensar de mi si parecía muy desesperada. Solo quería arrancarle el bañador y dejarme seducir por sus esculturales cuerpos.
Alfonso chupó mis labios y mordió eróticamente el inferior. Pueden imaginarse que para nada era gentil, sino demandante. Pellizcó mis pezones por debajo del bikini arracándome un suspiro de placer. ¿Tan bueno iba a ser? Hacía pequeños círculos con los pulgares, rodeándolos. A pesar de mis inseguridades, me arqueé hacia él, queriendo más. No sabía que era lo que me había poseído, pero necesitaba que continuaran e intensificaran el placer que estaba sintiendo.
Mi respiración no era la única alterada, la suya también estaba agitada. Alfonso me mordió el cuello con sus dientes, haciéndome jadear. Había una leve línea que separa el placer del dolor. De golpe, noté como alguien se posisionaba detrás de mi, el dulce Christopher.
Me encontré jadeando entré dos hombres perfectos y pasionales. ¿Qué más podía desear una adolescente con las hormonas alborotadas?
Christopher lamió provocativamente con su lengua la marca que los dientes de Alfonso habían dejado en mi cuello. Así eran ellos. Christopher era dulzura; Alfonso, pasión. No pude evitarlo y me incliné hacia atrás, esperando a que Christopher me acariciara más, que me prodigara más cariño.
Alfonso finalmente se decidió y me arrancó el bikini por encima, liberando mis pechos. Solo me dio tiempo a exhalar antes de que se metiera uno de mis pezones en su boca. ¡Dí que sí, adiós a los preámbulos! Lo succionó y mordisqueó. Creí que era imposible mejorarlo, hasta que vi que Christopher se ponía delante de mi y daba mimos al otro pezon. Ahí estaba yo, gimiendo y jadeando, sujetándome fuertemente de sus cabellos.
Alfonso: ¿Estás caliente, nena?
¿Qué pregunta más estúpida era esa? ¡Claro que lo estaba y mucho!
Chris: Si no quieres, dilo, mi amor. - dijo con una pizca de preocupación. - No queremos que pienses que te obligamos a nada.
Anahí: No... - jadie. - no paren, no pueden dejarme así... - dije fuera de mi.
Alfonso: Vaya, nena. - dijo sonriendo de medio lado . - ¿Qué hemos hecho contigo?
Anahí: Creído. - dije divertida.
Alfonso enganchó el dedo en su bañador y me atrajo contra sí, haciéndome sentir su duro miembro. Mientras tanto, Christopher, pegado a mi costado, me comía la boca con ansiedad. No podía parar de besarlo, pero a la vez le bajé el bañador a Alfonso.
¡Su miembro estaba muy duro! ¡Y era enorme! ¿Cómo se supone que iban a entrar en mi? Me iban a destrozar. En ese momento empecé a temblar, pensando que había sido un error dejarme llevar por la magia del momento.
Chris: Tranquila, mi amor, tranquila. - me susurró con calma. - No va a pasar nada que tu no quieras. Confía en nosotros.
Yo seguía vistiendo la braga del bikini y lo cierto era que me daba seguridad saber que aun había una barrera, por pequeña que fuera, que me protegía de ellos. Las dudas y los miedos me asaltaban quisiera o no quisiera. Estaba claro que no todos los días una perdía su virginidad.
Christopher en solo un segundo quedo igual de desnudo que Alfonso. Los dos estaban duros como piedras y eso no era algo que me tranquilizaba mucho, la verdad.
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PONNY Y BARKEN [COMPLETA]
Teen FictionAlfonso me empotró contra la taquilla, haciéndome daño en la espalda. Ahogué un gemido de dolor y le mantuve la mirada lo mejor que pude. - Me parece que no lo entiendes Anahí. No había nadie por el pasillo por si necesitaba chillar, suplicar por ay...