Me mareché a casa sin Diego. ¡Qué se las arregle el solo! Esa noche había sido horrible, aunque algo me decía que la cosa no terminaría ahí. Me examiné en el espejo y vi que tenía los labios exageradamente hinchados y con una pequeña herida por el mordisco de Alfonso. Aunque eso era lo de menos. Los muy asquerosos me habían hecho dos chupetones. Uno lo tenía en el hombro y el otro cerca del cuello. ¡Qué horror! No quería que mis padres se dieran cuenta, así que tendría que maquillarme bien.
Estaba tumbada y miraba el techo fijamente. No dejaba de recordar lo de la elegida. ¿Se referían a lo que Maite me había comentado? Dios, era idiota, pues claro que se trataba de ello. Lo que no entendía era el porqué me habían escogido a mí entre todas. No tenía dinero, ni clase, ni contactos. Sabía que sonaba muy idiota y negativo, pero no comprendía que habían visto en mí.
No puedo evitar acordarme aquella noche de Aarón. Lo había querido tanto. A pesar de que sabía que no estaba bien, comparaba los besos de Christopher y Alfonso con los de Aarón. Los de Aarón habían sido más especiales porque nos queríamos y por supuesto, porque no habían sido forzados. Sentía la necesidad de llamarlo y oír su voz, pero sabía que no sería justa. En el momento en el que me fui de España, salí de su vida y él se merecía poder rehacer la suya.
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Me desperté sin la ayuda del despertador debido a que me había olvidado bajar las percianas y la luz entraba a raudales en la habitación. Vi que eran las diez de la mañana.
La verdad es que era bastante tarde. Fui al baño y con colorete oculté los moretones y chupetones. A continuación, bajé y vi que mi padre estaba haciendo el desayuno, mientras tarareaba una canción de Alejandro Sanz.Enrique: ¡Pequeña! - me dijo feliz -. ¿Se te han pegado las sábanas?
Le sonreí y me senté. Mi madre estaba trabajando en la academia, haciendo horas de refuerzo para los estudiantes que llevaban asignaturas pendientes.
Anahí: ¿Qué cocinas, papá?
Enrique: ¡Tortitas! - me respondió exultante.- Ya era hora de que hiciéramos un verdadero desayuno americano, ¿no?
Anahí: Bueno, para que sea uno de verdad te faltarían unos huevos, el bacon, salchichas...
Negó, fingiendo arcadas.
Enrique: Demasiada grasa para desayunar. Además, tengo que mantener esta figura.- hizo como que sacaba músculo y yo me partía de risa.
Anahí: Ja, Ja - me burlé.
Mi padre siempre se levantaba de buen humor. En ese momento, entró mi hermano. Se pasaba la mano por el pelo con cansancio. Habría vuelto a casa bastante tarde.
Enrique: ¡Otro dormilón! ¿Quieres?
- mi padre le señaló la sartén.Diego: Nunca rechazo unas buenas tortitas.
Fue a la nevera y sacó un cartón de leche y otro de zumo. Tomo dos vasos y extendió el zumo en mi dirección. A un no me había mirado, pero estaba segura de que no sabía que estaba enterada de su excursión de la noche anterior.
Anahí: ¿Qué tal has dormido?
Decidí entablar una conversación con él.
Diego: Bien, aunque sigo bastante cansado. - se echó una gran cantidad de leche en su tazón favorito. - Creo que necesitaría un par de horitas más para estar bien.
Di un sorbo a mi zumo.
Anahí: ¿Hiciste algo especial anoche para tener tanto sueño?
Noté como él me miró y la verdad era que prefería que no supiera que estuve allí. Una cosa llevaría a otra y me tocaría contarle con pelos y señales lo que me pasó.
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PONNY Y BARKEN [COMPLETA]
Teen FictionAlfonso me empotró contra la taquilla, haciéndome daño en la espalda. Ahogué un gemido de dolor y le mantuve la mirada lo mejor que pude. - Me parece que no lo entiendes Anahí. No había nadie por el pasillo por si necesitaba chillar, suplicar por ay...