Día 1: Possesive

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Mi encantadora demonio

Ese día se estaba realizando una pequeña gala para conmemorar el primer año de inauguración del hotel, muchos demonios de importancia fueron invitados para la celebración que no había escatimado en arreglos y detalles para hacerla la mejor de todas. Charlie había dado lo mejor de sí para que todo saliera a la perfección y Alastor se encargó de los pormenores que pudieran hacer falta hasta que todo estuvo listo. Todo el staff del hotel estaba en su mejor momento, vestidos elegantemente y llenos de orgullo por los logros que habían alcanzado en ese primer año de trabajo. La presentación e interpretación de Charlie solo había incentivado le euforia e incrementado la emoción por la celebración. Desde su lugar, Alastor lo había aceptado, reconociendo todos esos avances que se vieron recomenzados al ver la sonrisa de felicidad de su princesa, haciendo que todo el esfuerzo valiera la pena.

Entonces, si todo marchaba bien ¿Qué había sucedido? ¿Cómo fue que llego a ese punto?

Mientras parpadeaba lentamente, la estática de su radio iba mermando, estabilizando lo suficiente para escuchar aquella dulce voz llamando su nombre, su conciencia lo arrastro y lo devolvió a la realidad. Apartándose de ella, noto con terror como su semblante estaba asustado, con el vestido abierto y la piel siempre blanquecina, ahora remarcada con el paso de su boca sobre ella.

Podía sentir el sabor dulzón de su sangre y la fuerza de su esencia, aun resonaban sus jadeos entrecortados mientras la sentía sostenerse a duras penas de sus brazos, ahogando un jadeo cansado. ¿Qué había pasado con él? ¿Cuándo perdió el control en su deseo de marcarla? ¿De monopolizarla hasta que todos se dieran cuenta a quien le pertenecía?

¿Cómo se podía llegar a una situación que superara la racionalidad y la compostura de sus acciones? Cuándo el deseo de monopolizarla llego demasiado pronto, incluso antes de que su mente trastocada pudiera procesarlo, Alastor se vio atrapado y superado. Fue solo un mísero acercamiento de un patético demonio que se creía con la potestad de tomar confianzas con la ingenua princesa. Llegando incluso demasiado cerca de su rostro, tomando el hombro ajeno y abrazándola, mientras Charlie esbozaba una pequeña sonrisa sonrojada que le hizo estremecer de una ira que no podía superar.

A ese punto, todas sus barreras se habían desecho siendo preso de unos celos terribles que le hicieron imponerse en medio de la sala con su terrible estática presente y sus ojos como diabólicos diales que ahogaron del terror a más de uno. La patética cucaracha, como si temiera por su vida, escapo cobardemente del lugar, pero el objetivo de Alastor siempre fue uno. Y aunque pudiera ser incorrecto, sin importarle el momento, lo que ella sentía y quienes la acompañaban, el demonio la había alcanzado, tomando de ella y apartándola lejos de aquel enorme salón ante la mirada impactada de todos los presentes.

Era sencillamente idílico, porque alguien que se jactaba de ejercer una impresionante compostura y recato, había perdido los estribos, tomándola entre sus brazos, rompiendo las tiras de su hermoso vestido para descubrir sus hombros y marcarlos con fuerza, mordiendo todo aquel espacio que estuviera a la vista para dejar en claro que Charlie le pertenecía a él y a nadie más.

Le resulto en demás vergonzoso que recobrara la conciencia solo cuando se encontró con la mirada asustada de Charlie acorralada contra la pared.

Con solo verla, Alastor podía saber cuándo había superado los límites que estaban establecidos entre dos personas. Sin embargo, no podía... no, simplemente no quería soltarla a la espera que cualquier otra sabandija quisiera poner sus manos sobre lo que él consideraba como suyo.

Para Alastor, Charlotte Morningstar era una criatura curiosa que poseía un brillo imposible de pasar desapercibido. Quizás debido a su herencia angelical, que con su voz y el encanto que tenía hacía que los miserables insectos no podían evitar estar revoloteando como moscas a su alrededor. Todo eso era una droga ¿pero hasta qué punto podía ser bueno eso?

Pasajes brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora