Cambio de género

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Cuando se hacía referencia a la dama de la radio, había un certero terror en las voces de los demonios que la nombraban.
En muchas ocasiones, Charles Morninstar escucho aquel nombre mientras caminaba por las calles de ciudad pentagrama. Era un nombre temido, pero que denotaba la elegancia de una dama de una época tormentosa y que bajo al infierno con toda una gloria que desbanco a todos los señores más antiguos que estaban antes que ella.
No había nadie en el anillo del orgullo que no conociera ese nombre y que no temblara de pánico al oírlo. Muchas veces, los pecadores huían despavoridos de aquellos lugares en los que aquella dama aparecía. Y Charles veía ese hecho con singular interés, puesto que no todos los demonios femeninos infundían tal terror en los demás.
¿Cómo sería ella? ¿Tendría una faz horrorosa y feroz, que infundía tal terror?
Todos esos pensamientos lo acompañaron por mucho tiempo, olvidándolos de a momentos, mientras trabajaba arduamente por el bienestar de sus ciudadanos.
Pero fue en su máximo declive, resentido por el estrepitoso fracaso de su entrevista en las noticias, un toqueteo escueto y suave sonó contra la puerta trasera del hotel.
Eso llamó la atención del príncipe, quien extrañado se acerco hasta allí, abriendo la puerta para encontrarla.
Allí todos los pensamientos asociados a una figura inhóspita se desvanecieron viendo a una sonriente dama de elegante vestimenta. Saco rojizo de rayas, una falta ajustada a la rodilla que hacía juego con su saco, unos guantes negros con un encaje que estilizaba sus pequeñas manos. Tenía como cetro un micrófono brillante así como el color escarlata de sus ojos y cabello. Toda ella era un, una rosa en su máximo esplendor, dejando deslumbrado al príncipe con su belleza.
Este al principio se quedo mudo, con el impulso de cerrar la puerta en su cara de no ser que seria terriblemente descortés para una dama. Por lo que solo la vio sonreír con aquel rostro ladeado y burlón, que solo enaltecía sus bellas facciones.
Desde allí comenzaron su camino juntos en la construcción del Hazbin, para redimir los pecadores. Charles estaba claro que para Alesteir, la redención era un sueño imposible, pero aun así se unió a él y secundo sus ideas, cosa que ni siquiera su novia Vags logro hacer y eso fue algo que simplemente no pudo ignorar por todo lo que significaba. Entonces ¿estaría mal para el si caía ante sus encantos? No parecía nada de lo que hubiera visto antes.
Charles suspiro mientras se encontraba sentado en su escritorio. Había buscado el modo de distraerse en ese caluroso día, pero estaba siendo una proeza. A su lado, la dama de la radio utilizaba una vestimenta mucho más suave pero no menos elegante para ese día trabajando, captando la atención directa del príncipe del infierno quien no podía evitar mirarla cada cierto tiempo. La sensación incomoda en su estomago seguía creciendo igual que el color en sus mejillas, trataba de concentrarse en los documentos que tenía en su mano pero era simplemente imposible.
— ¿Charles? — escuchó la voz de la dama resonando en la habitación.
Charles se sobresaltó y se dio cuenta de que había estado perdido en sus pensamientos.
—Sí, sí, lo siento. ¿Qué decías? —respondió Charles, tratando de recuperar la compostura.
—Te decía que necesitamos saber si ya tenemos los nuevos insumos para la cocina del hotel —preguntó la dama con su habitual tono afable. El príncipe la miró y luego los papeles, revisando la información que ella buscaba.
— ¡Ah, sí, claro! Déjame revisar —respondió Charles, tratando de enfocarse en su trabajo.
Pero en ese momento, la dama se acercó a su escritorio y lo miró directamente a los ojos. Charles se quedó sin habla, perdido en su mirada.
— ¿Charles? —preguntó la dama, notando su silencio.
—Sí, sí, los insumos. Dame un momento —respondió Charles, tratando de recuperar la compostura.
La dama se rió con un tono coqueto y preguntó:
— ¿Finalmente apareció el arcoíris que te distrajo?
Charles se sonrojó y no pudo evitar reírse un poco.
—Sí, algo así —respondió con una sonrisa tímida.
De repente, un gran estruendo sacudió el hotel, sorprendiendo a Alesteir y a Charles, quien se quedó perplejo al escuchar el grito de Angélica Dust sobre el regreso de Lady Pentious y su amenaza al hotel. Rápidamente miró a la diableza frente a él, su instinto era salir corriendo y tratar de remediar la situación con diplomacia, pero antes de que pudiera moverse, Alesteir lo detuvo con una mirada determinada.
—Charles, déjame intervenir esta vez —dijo Alesteir mientras invocaba su micrófono con un gesto elegante. Un brillo asesino ascendió en sus ojos y un ligero temor se asomo en el príncipe del infierno.
No quería que ella luchara, no quería dejarle la responsabilidad de lidiar con los problemas que el cómo príncipe debía resolver al no tener suficiente autoridad sobre su territorio.
Así que con decisión, Charles abrió la boca para decir algo, pero la diableza escarlata puso un dedo sobre sus labios suavemente, sonriendo.
—Mi misión es proteger el hotel, y eso es lo que haré —dijo Alesteir con confianza.
Ella acaricio su rostro antes de caminar hacia la puerta, con un chasquido de sus dedos invoco un portal que la llevo a las afueras del hotel. Con rapidez, Charles se encamino al lobby donde todos los presentes estaban allí a la expectativa de lo que sucedería. Lady Pentious con sus armas y subordinados huevo, estaban dispuestos a tomar la revancha contra aquellos que osaron humillarlo una vez. Pero casi de igual modo que la ocasión anterior, con una brutal demostración de su poder, una gran mano espectral tomo el gran dirigible de la demonio serpiente, tomando y lanzándolo lejos, generando una gran explosión que se vislumbro varias manzanas a lo lejos.
La sonrisa victoriosa de la dama de la radio se mostro campante, y camino como si nada hacia el lugar donde esperaban el resto de los integrantes del Staff, enfocando su vista en el príncipe del infierno.
—Como te dije, mi misión es proteger el hotel. No tienes que preocuparte, todo estará bien —dijo Alesteir tranquilamente.
Charles quedó impresionado por la fuerza y valentía de Alesteir, sintiendo como su corazón se aceleraba ante su gesto.
Fue ahí que comprendió la fuerza de aquellos rumores. Pero lejos de ser terrorífica, fue simplemente una muestra de una poderosa belleza que resaltaba en todo su esplendor. Una poderosa diableza que contra todos los pronósticos, gano el respeto y el terror de todos con su fuerza y carisma, al contrario de él.
Pero lejos de desanimarlo, solo impulso su admiración y logro desarrollar algo más.
Un amor flagrante y apasionado por aquella dama de brillante sonrisa, quien era tan mortal y encantadora como ninguna otra persona.

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