La luz de la vida

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Continuación del hermoso trabajo de @Sheila96716588, por favor, no olviden pasar a verlo, sacó un nuevo arte del que provino esta historia donde Charlie funge como nana de Alastor. Advertencia. Este capítulo tiene escenas que pueden herir la susceptibilidad del lector y que puede no sean del agrado de todo el mundo.  

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En mucho tiempo, Alastor no había sentido un increíble terror pasar por sus venas.

Recién había llegado del trabajo con su habitual ánimo, el fin de semana había llegado y estaba deseoso de compartirlo con su adorable esposa. En esos días libres tenían la costumbre de asistir al cine o pasear un rato por el parque para escuchar a los músicos itinerantes, en un par de ocasiones comían fuera para mayor comodidad de Charlie, y ¿Por qué no? Regresar a casa para encerrarse en su habitación para tener una ferviente intimidad hasta que la oscuridad de la noche los cubriera. Un plan excelente, de verdad. Sin embargo, lo que sucedió fue diferente en esa oportunidad, fue cuando llego a la cocina en busca de Charlie, la encontró recostada en el suelo sosteniendo su boca, incapaz de levantarse.

Sin siquiera poder controlar su pánico y mantener su compostura, la tomo en brazos, llevándola a la habitación para revisarla. No estaba herida, más si se encontraba demasiado pálida. Le pregunto qué le había pasado y ella simplemente contesto que se había sentido muy mal al iniciar a cocinar la cena. Un terrible malestar la atrapo, haciendo que sus piernas desfallecieran.

Terriblemente preocupado, llamo de inmediato a un médico para que viniera a revisar el estado de salud de Charlie. Ella había indicado que no era necesario, más Alastor no dio derecho a réplica, puesto que la salud de la mujer había sido impecable hasta ese justo momento. Casi no se enfermaba, su vitalidad era inquebrantable y pese a que ya no estaba en sus veinte, seguía pareciendo como una joven mujer. Por ello, no podían dejar que aquello pasara a mayores.

Un buen rato después, el joven locutor esperaba pacientemente el diagnóstico del médico que revisaba a su mujer. Fueron varios minutos llenos de incertidumbre que Alastor busco serenar, recargado en la pared del pasillo. Solamente cuando la puerta del cuarto se abrió y el medico salió de la habitación, fue que se movió, expectante.

— ¿Qué es lo que tiene exactamente, doctor?

Aunque quisiera no demostrarlo, su voz salió más preocupada de lo que espero. Luego de haber sufrido la agonizante enfermedad de su madre, el joven hombre tenía ciertas secuelas en contra de las enfermedades. Y ver aquel desfallecimiento en alguien como Charlie, simplemente lo supero. Por su parte, el medico tenía una expresión afable, en su interior, estaba bastante complacido de la preocupación del joven por su esposa. Así que amplio su sonrisa con el fin de calmarlo.

—No tiene nada porque preocuparse, joven. Su esposa no cuenta con ningún problema de salud —anuncio, quitando un peso de los hombros de Alastor, pero sembrando una nueva interrogante.

—Si no se encuentra enferma ¿Por qué la debilidad de su cuerpo y el hecho de casi se desmayó? —increpo, escéptico.

—Oh, no tiene que preocuparse por ello. Es algo normal que este tipo de síntomas se presenten en las primeras etapas del embarazo, y aunque suelen dar varios sustos, son algo completamente normal, especialmente en mujeres primerizas. Así que no debe preocuparse excesivamente por eso —explico, notando como los ojos de Alastor iban creciendo desde el desconcierto hasta la más grande sorpresa. El medico sonrió entusiasmado—. Muchas felicidades. La señorita está esperando un hijo.

La información cayó estrepitosamente a la cabeza de Alastor que sintió que debía sostenerse de algo. El hombre frente a él sonreía, seguramente acostumbrado a dar ese tipo de noticias y observar ese mismo tipo de reacciones en los esposos.

Pasajes brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora