Pasajes breves

Solo una cama

—Disculpe, pero solo tenemos una habitación disponible.

Charlie cerro los ojos, queriendo que la tierra la tragara. No quería tener que ver a su jefe ante el engorroso asunto en el que los había envuelto. Todo eso por no haber realizado una reservación, confiándose porque era temporada baja en la ciudad.

Charlie Morningstar era una joven asalariada que tenía ya dos años trabajando de forma cotidiana en una empresa de relaciones públicas. Se había graduado con un poco de esfuerzo y entro a trabajar en el primer momento que tuvo oportunidad para ganar experiencia. Su padre, Lucifer Moirningtar, era el dueño de la compañía, pero ella no quería que la miraran como alguien que se aprovechaba de la posición de su padre para subir entre los puestos sin mérito alguno. De modo que inicio como una simple oficinista en un departamento más de la empresa. Pero su nombre en si daba mucho de qué hablar, y el hecho que todos se aprovecharan de su situación de nuevo ingreso para darle más carga de trabajo, que por supuesto no era sencillo de concretar, hizo que se afianzara su apodo de que era una inútil que su padre había puesto a trabajar, muy al contrario de lo que en verdad sucedía. Y no muchas cosas mejoraron cuando su jefe decidió jubilarse y entro uno nuevo a la partida.

Alastor Gallow fue sin dudas, la peor opción que pudieron elegir como jefe sustituto del departamento de publicidad. Era un hombre estricto y meticuloso, no permitía ligerezas, mucho menos errores o excusas por fallos en el trabajo. Era sarcástico e incluso, feroz contra alguno de sus subordinados. Y Charlie que era una de sus subordinadas directas, tuvo que seguir de cerca todas y cada una de las excentricidades de su jefe, soportar sus burlas y sobretodo, cumplir horas extra para concretar lo que le había pedido. Ninguno de los otros integrantes del departamento era capaz de soportarlo, pero ella seguía allí, tratando de no ser la molestia con la que fue calificada desde un inicio, de demostrar que era útil para los ojos de alguien.

Creyó que ya había superado todo, pero esta vez, volvió a demostrar su incompetencia al no lograr conseguir un lugar apto para Alastor y ella.

Claro, el problema fue que se presentó un gran diluvio que obligo a los pocos turistas y personas que estaban en la calle, a tomar refugio de un modo u otro, agotando la disponibilidad de habitaciones en los hoteles cercanos, que en medio de esa gran tormenta, les impedía movilizarse hacia otros espacios más lejanos. Ahora eso les dejaba en la incómoda situación de compartir una sola cama.

No era simplemente una excusa, no importaba lo que fuera. Por lo que tenía que disculparse.

—En verdad disculpe, señor Gallow debí ser más previsiva, no espere que todo esto sucediera —se disculpo con sumo arrepentimiento.

De verdad quería hacerle ver que era una buena subordinada, pero nada le salía como quería.

—Es un caso extraordinario, Morningstar. No es para tanto —respondió mientras tomaba las llaves de la habitación y emprendía el camino hacia los elevadores.

Esta elevo el rostro sorprendida, de verdad no espero ese tipo de palabras.

—Pero —dudo ella mientras le seguía, pero este simplemente le dio un pequeño toque con las carpetas que tenía en su mano, haciendo que esta dejara de hablar.

—Una gran tormenta está azotando la ciudad, no es algo que tu pudieras prever cariño—respondió, sorprendiendo a la mujer por el repentino mote cariñoso que le hubo dado.

El elevador llego y ambos entraron, permaneciendo en silencio durante el pequeño trayecto. Charlie estaba en verdad sorprendida, creyó que recibiría una reprimenda un poco mayor, como en ocasiones anteriores, pero esta no sucedió. Llegaron a su habitación y entonces el peso de la situación cayó sobre los hombros al ver la cama matrimonial que había en el medio de la habitación. Las mejillas de la mujer se enrojecieron y el nerviosismo la tomo cuando comprendió que ambos tendrían que dormir juntos allí por esa noche.