Habían pasado unos cuantos días desde que la pequeña bruja Charlie se encontró con una madre y su hijo, moribundos en medio del camino. Lastimosamente, la mujer no pudo sobrevivir pese a todos sus esfuerzos. Como última voluntad, le dejo encargado el cuidado de aquel arisco niño que aunque tenía una sonrisa eterna en su rostro, no aceptaba por nada del mundo cualquier atención que la joven inmortal tenia para él.
Así que a varios años de su vida inmortal, se había convertido en madre sustituta. O quizás en un intento de compañera que buscaba apoyar al otro chico en su dolor tanto físico como emocional, pero este no se había abierto aun a ella como Charlie esperaba.
En lo que fue alrededor de una semana, Charlie había intentado por todos los medios posibles acercarse a él para hablar con él, ayudarle a limpiar sus heridas, pero este siempre luchaba contra ella, lastimándose un poco más en el proceso. Muchas veces la bruja tuvo que recurrir a su propia magia para dormirlo y poder curar las heridas de su cuerpo, notando con horror las terribles cicatrices de latigazos que tenía en torso y hombros, era algo inhumano.
¿Cuánto nivel de maldad debería tener alguien para hacer algo así a un niño? Charlie no entendía como podría existir alguien así…
No, si lo sabía, pero fue por eso mismo que ella decidió escapar de todo y recluirse en lo profundo del bosque.
De repente, el sonido del gran reloj la regreso de sus propios pensamientos. En ese momento no tenía tiempo que perder, tenía que hacer uso de todas sus habilidades para dejar la casa limpia y las cosas organizadas, tenía que hacer el ritual de su barrera protectora y todo eso antes de que Alastor esperara.
Porque si… durante todo esos días en lo que él estuvo recuperándose, Charlie busco ocultar cualquier huella de su magia para no asustarlo demasiado.
Ya lo había visto apartarla, al considerarla una amenaza o un ser del que debería tener cuidado, al punto de que comprobaba dos veces los alimentos que le entregaba verificando que no tuvieran nada malo. Por eso Charlie no quería darle más motivos para hacer que desconfiara de ella.
Aunque claro, eso no decía que las cosas fueran sencillas, acostumbrada como estaba a usar la magia libremente, esto hacia que se tardara más haciendo algunas cosas o que sencillamente otras no le salieran tan bien como quería, como en el caso de la cocina.
Su ventaja es que era lo suficientemente experta en encontrar los frutos que necesitaba para preparar pociones que mejoran el sabor, no sería demasiado, pero quizás eso ayudaría mientras veía el modo de explicarle a Alastor su secreto en el tiempo indicado.
Pero simplemente no espero que esa noche luego de regresar del bosque, encontrara a Alastor frente a la estufa de la cocina preparando ya algo mientras seguía examinando algunas cosas hasta que se dio cuenta de su presencia, caminando de pronto hacia ella.
— ¿Alastor? —se sorprendió de verlo, creyó que aun seguiría en su habitación.
—Dame eso —dijo tomando de sus manos la canasta que había traído de la huerta y llevándola a la mesa donde comenzó a cortar los vegetales para agregarlos al guiso que iba preparando.
De repente, el aroma de la carne y las verduras cocidas inundaron el lugar, logrando que empezara a salivar y el hambre comenzara a aflorar. Sin poder evitarlo, se acerco a él para hablarle.
— ¿Por qué estás haciendo? —le pregunto ella viéndolo sacar lo que parecía ser un pan del horno. Se vio en verdad sorprendida por ese hecho, puesto que siempre hacia que su magia se encargara de hornear los biscochos y los buñuelos para esa temporada, pero allí tenía un trozo de pan recién horneado justo frente a ella, de la forma más encantadora posible.
Alastor parecía orgulloso por su proeza, pero aun así, una vez dejo la bandeja en la mesa, se volteo a verla con cierto desdén.
—Creo que es un poco obvio —respondió mientras tomaba el cuchillo entre sus manos para cortar las rebanadas—. Estoy preparando nuestra comida. Me enfermare del estomago si vuelvo a comer algo a medio cocer o con exceso de sal —menciono sin ningún tipo de tacto, dando de lleno en el orgullo de la pobre bruja.
Y viendo en retrospectiva, de verdad habían pasado un gran trabajo comiendo lo que fueron las provisiones de esos días, causando que la vergüenza de Charlie solo aumentara.
—Lo siento mucho —se disculpo esta, y Alastor simplemente suspiro, viendo su semblante afligido.
—Bueno, podrás ser una bruja, pero en lo que respecta a la cocina, eres una pésima cocinera.
— ¿Qué fue lo que dijiste? —cuestiono para ver si había escuchado mal, mientras un pánico creciente subía por su pecho.
—Tú eres una bruja, es lo que dije —contesto y la bruja apenas pudo contener el grito que lucho por salir de su garganta.
No podía ser posible, ella había intentado por todos los medios ocultar su magia, hizo todo lo posible de seguir procesos mundanos para no llamar su atención.
—C-Creo que es un error, yo no soy una bruja —contesto, pero Alastor esbozo una mueca, no creyendo sus palabras.
—Te vi hacer magia —afirmo y la mente de Charlie fue a mil por hora, pensando en que momento pudo haberse descuidado. Fuera como fuera, aun así tenía que negarlo todo.
—N-No sé a qué te refieres, quizás lo soñaste —dijo está tratando de fingir demencia, pero Alastor estaba muy claro en lo que dijo.
—No fue un sueño, ya lo sabía desde el principio—expreso este con simpleza—, que tú eres una bruja.
— ¿Qué? —Ella lo miro procesando poco a poco su afirmación hasta que un color brillante le cubrió todo el rostro— ¡¿Lo supiste todo este tiempo y no me dijiste nada?! —le increpo llena de pena, a lo que el chico solo saco la lengua, encogiéndose de hombros.
—Eres muy mala escondiendo tu magia, las escobas no dejaban de barrer cada noche antes de dormir y un libro encantado flotaba por toda la casa en algún momento del día, sería un estúpido si no lo viera —explico y Charlie quería desaparecer de la vergüenza al saber que sus esfuerzos fueron completamente en vano.
Para Alastor fue un verdadero chiste ver los intentos de aquella bruja por ocultar su propia magia, puesto que esta parecía acompañar todo lo que hacía. Desde la primera noche que llego ahí comenzó a notar algo extraño en la casa de Charlie. Había encantamientos escritos por todas partes, desde las cortinas que se movían solas hasta las luces que se encendían y apagaban sin explicación. La casa parecía tener vida propia, como si estuviera llena de magia.
Pero lo que más llamó la atención de Alastor fue la relación que Charlie tenía con los animales. Cada vez que ella pasaba cerca de ellos, los pájaros cantaban alegremente, los gatos se acurrucaban a sus pies y los conejos saltaban y jugaban a su alrededor. Era como si los animales supieran que ella era una bruja y la respetaran y admiraran por ello.
Alastor no pudo evitar sentirse extrañado por todo esto, pero al mismo tiempo se sentía encantado por la magia que rodeaba a Charlie. Y quizás lo que más hizo que el decidiera saber más sobre ella aquel extraño baile que ella hacía cada noche a la media noche, una danza extraña rodeada de luz que había captado su atención desde el primer momento que la vio.
Aunque no quería admitirlo, se sentía atraído por ella y por todo lo que representaba.
Además, se había cansado de no poder hacer nada, así que lo mejor que pensó hacer fue preparar la comida favorita de su madre. Eso no la traería de vuelta, pero al menos lo ayudaría a salir del oscuro túnel que él se quedo con su muerte.
El chico miro a la bruja. Charlie seguía con sus ojos cubiertos por la vergüenza y este no pudo evitar suspirar, sonriendo solo un poco por lo graciosa que se veía. Quizás, podría sacar un gran provecho de eso.
—Deja de sentirte mal, nada cambiara el hecho de que ya se lo que eres —expreso, logrando que con eso Charlie alzara la vista para verlo—. Pero si crees que tienes una deuda conmigo ¿Por qué no mejor me enseñas a usar esa magia tan interesante tuya?
Charlie dudó al principio. Nunca en su vida había tomado a un aprendiz.
La magia era algo serio y peligroso, y no estaba segura de si Alastor estaba preparado para enfrentar sus desafíos. Pero luego pensó que quizás eso sería lo mejor para ayudarlo a buscar un nuevo camino que seguir en la vida. De modo que decidió que no había nada de malo en tomarlo como su aprendiz.
—Está bien, te enseñare magia —le dijo y este, finalmente, sonrió con verdadera sinceridad, bastante conforme con la decisión.
—Tenemos un trato entonces.
Así comenzó la aventura de Alastor en el mundo de la magia. Charlie empezó con sus lecciones, fueron algo improvisadas al principio, pero eso no alejaba el interés del chico por las artes mágicas. Poco a poco fueron cogiendo el ritmo y así fue enseñándole enseñó los secretos de los hechizos y encantamientos, le mostró cómo canalizar su energía mágica y le explicó la importancia de usar sus poderes para el bien.
Al mismo tiempo, este empezó a llevar sus propios experimentos con pociones y otras herramientas con los cuales trasmutar su magia. Para enriquecer su sed de conocimiento, Charlie se escabullía a la aldea de brujas más cercano para comprar todo lo que este pudiera necesitar, incluyendo libros y otros artefactos mágicos. En verdad, Charlie estaba sorprendida de lo diestro que era Alastor para la brujería. Si seguía puliendo sus habilidades de ese modo, llegaría a ser un gran hechicero.
Sin embargo, había demonios que ni siquiera con la magia podían alejarse.
Había noches en las que las pesadillas eran incontrolables, y con su propia energía destellando, muchas cosas en la casa se rompían, y Charlie debía entrar corriendo para despertarlo. Muchas veces, lo encontró con lágrimas en los ojos, acompañado de una ira centellante que se calmaba una vez la veía a los ojos.
Esa noche, como único consuelo, le ofreció una taza de té caliente y le dijo que intentara dormir un poco más. Sabía que no podía borrar el dolor de la pérdida de su madre, pero esperaba poder aliviar un poco su tristeza.
Charlie nunca buscaría ocupar la figura de la madre que el tanto amo, pero tampoco olvidaría la promesa que le hizo a la madre de Alastor, por eso tenía que hacer todo lo posible de convertirse en una figura confiable para el chico, y si eso lo lograba siendo su maestra de magia, entonces esa sería su nueva misión.
Quizás el tiempo que llevaría superar el dolor de la pérdida y construir un nuevo futuro los dos juntos tomaría mucho tiempo, Alastor aun era reacio a hablar de sus sentimientos, pero al menos se tenían el uno al otro para salir adelante.
Poco a poco, Alastor fue adquiriendo habilidades mágicas y descubriendo un mundo lleno de maravillas y posibilidades infinitas. Juntos, pasaron sus días en aquella pequeña cabaña, trabajando la tierra, sembrando las hierbas para hacer las pociones, recogiendo sus frutos y afinando las lecciones para que la magia de Alastor aflorara.
A medida que avanzaba en su aprendizaje, también se acercaba más a Charlie, quien se convirtió en su mentora y amiga más cercana.
Hasta que finalmente se convirtió en un hombre, con una nueva misión.Continuación de la historia los extraños del bosque.
ESTÁS LEYENDO
Pasajes breves
FanfictionConjunto de One Shots Charlastor que se me han ido ocurriendo, algunos basados en fanarts hermosos de artistas de Twitter. Algunos de estos escritos tendrán un hilo conector, esta atento de ellos y disfrutalo.