Postrado a sus pies

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Durante todo ese día, Alastor no había hecho acto de presencia en el hotel.

Sin avisarle a nadie de su paradero o el motivo de su ausencia, decidió realizar otra serie de actividades a la cuales no había tenido oportunidad de realizar dada la agitada agenda que tenían en el hotel.

Su ausencia seguramente, había provocado una excesiva

En otras ocasiones, se habría disculpado en un ademan caballeroso ante la princesa del infierno y hubiera realizado cada actividad atrasada con la mayor de las exigencias posibles en el menor tiempo, si no hubiera habido remedio, se hubiera excusado con anterioridad, expresando el claro motivo de su ausencia por ese día. Sin embargo, no lo hizo. No quiso hacerlo.

Por supuesto, lo había hecho a propósito.

El nunca seria capaz de llegar tarde o ausentarse sin motivo alguno porque sus principios se lo impedían. No obstante, cuando estaba de ánimos de molestar a la princesa, realizaba cierto tipo de acciones que buscaban provocar su mal genio, molestar a los inquilinos, fastidiar a la demonio polilla, casi asesinar al ridículo de Angel Dust por lo inmoral que era su presencia, habían pasado ya algunas de esas cosas. Aunque tuvo ciertas reprimendas de parte de la princesa, ninguna había causado una severa molesta en ella. Pero si algo ya conocía el demonio escarlata luego de tanto tiempo trabajando como su socio, es que Charlie odiaba en profundidad el papeleo administrativo que derivaba del hotel. Ella era una gran experta en el tema, manejando los papeles con soltura y buen juicio, pero eso no impedía que odiara dicha actividad. Por eso Alastor decidió ausentarse, imaginando divertido la expresión llena de ira de la joven al verse envuelta en un mar de papeles que le consumirían todo el día en vista de la ausencia de su socio.

Casi tarareo de una emoción expectante mientras llegaba a las cercanías del hotel, observando a Charlie esperándolo en la entrada del mismo. Su gloriosa expresión llena de molestia y su gesto fruncido casi estremecieron al demonio que amplió su sonrisa divertida, como si del gato Cheshire se tratara. De inmediato, camino hasta estar frente a ella. 

—Que tengas una buena noche mi querida Charlie ¿Ha estado todo en orden durante mi ausencia? —pregunto con fingida ingenuidad.

— ¿Por qué desapareciste todo el día sin avisarle a nadie? —cuestiono de inmediato la demonio—. Hoy era un día de mucho trabajo y necesitábamos todo el apoyo posible.

— ¿Es así? —contesto interesado, pero fingiendo demencia.

Hubo un breve periodo de silencio entre ambos, la tensión prominente solo aumentaba mientras la sonrisa de Alastor no se apartaba y la expresión de ira en la princesa aumentaba.

—Te quiero en mi habitación, enseguida —ordeno silente, tajante, con una expresión voraz que removió todos los sentidos del demonio que escarlata que simplemente amplio su sonrisa y realizó una solemne reverencia con la mano en su pecho.

—Como ordene, mi princesa —pronuncio saboreando cada frase con su lengua.

Se adentraron dentro del hotel, caminando en dirección a la habitación de Charlie. Para ese momento, cualquier demonio menor que pudiera aparecerse frente a ellos, era repelido de inmediato por la fuerte aura demoniaca que emitía la princesa, cuyos rasgos seguían siendo los usuales, pero tenía los ojos marcados por un intenso color escarlata. En pocos minutos llegaron a la habitación, Alastor abriendo la puerta para ella como todo un caballero pese a la expresión que tenía esta.

Al cerrarse la puerta, una prominente patada contra su estómago hizo a Alastor arrodillarse contra el suelo, buscando recuperar la respiración. Con dificultad, alzo su rostro para alcanzar la mirada de Charlie.

Pasajes brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora