𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Beverly Mason, más conocida como la personificación de Adrik Cash.
Prácticamente criada en la cantera del Fútbol Club Barcelona. La chica se mudó a la capital catalana a los once años, y casualmente un chico de su edad también...
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Pablo Gavi
- No me jodas. - hablé cuando sonó la alarma y tuve que separar mis labios de los de Beverly.
- Llegamos tarde. - dijo ella levantándose rápidamente de la cama, pero se tuvo que volver a sentar -prácticamente cayéndose- ya que se había mareado. - No pasa nada. Ya estoy.
Volvió a levantarse, pero la agarré de la cintura y la di un beso de esos que te dejan tonto. Ella sonrió y se metió corriendo en el baño.
Lo que había pasado anoche era surrealista, no hicimos nada de lo que pensáis, sólo estuvimos besándonos desde las cinco menos cuarto hasta ahora. Los dos teníamos los labios hinchados, pero sinceramente me la sudaba que los demás lo vieran.
Ella salió ya con la ropa del entrenamiento.
- Que guapa. - dije levantándome para ser el siguiente en entrar al baño.
- No mientas, Gavira. Debo de tener unas ojeras de tres metros de largo. - dijo con una sonrisa burlona.
- Sí, pero sigues igual de guapa.
- Eres tonto. - entré al baño y como ayer me traje la ropa del entrenamiento me cambié y nos fuimos juntos. Íbamos con media hora de retraso, pero bueno.
- Nos van a matar, lo sabes ¿no? - dijo ella a mi lado.
- Ya, pero es lo que hay. De todas maneras, no me arrepiento de la razón por la que llegamos tarde. - vi su pequeña sonrisa e imité su gesto.
- ¡Míralos! Si son los desaparecidos, me da a mí que habéis hecho de todo menos dormir. - habló Alexia desde la grada.
- No hemos hecho lo que piensas. - le dijo Beverly.
- Un poco sí, eh. - le susurré en el oído. Ella enrojeció y yo solté una carcajada.
- Tira, que tenemos que entrenar.
Me fui a sentar en el círculo que habían hecho mis compañeros, y ella se fue a sentar en el círculo de sus compañeras. Todas la miraron con una sonrisa pícara menos una, que la miraba con ¿tristeza?
No le di importancia, tampoco recordaba ahora mismo como se llamaba.
- Al final lo has conseguido, ¿no, Pablito? - dijo Pedri a mi lado.
- Pues sí. - dije sonriente. No me servía de nada mentir. Todos comenzaron a "felicitarme" y yo me puse más rojo que el pelo de los Weasley.
