Beverly
- ¡Estáte quieto! - dije frustrada.
- ¡Es que me vas a arrancar las pestañas, tía! - dijo alarmado el sevillano.
- ¡Que esto es solo rímel! ¡Ni siquiera te he hecho lo de rizar las pestañas, so gilipollas! - contraataqué.
- ¡Me la suda! - contestó.
Hoy había tenido la maravillosa idea de maquillar a Pablo antes de irme a la peluquería, ya que mañana cogeríamos el vuelo para ir a Londres y cenar con su familia y la mía.
- Venga, que luego te ayudo a quitártelo. - le dije más calmada.
- Hombre que si me vas a ayudar. - dijo sonriendo divertido.
- No me asustes, Pablo Martín. - alcé las cejas.
Cogí el eyeliner y comencé a ponérselo, no es por presumir, pero soy una gran maquilladora.
- Ala, ya está. ¿Tan malo ha sido? - dije cuando terminé con el pintalabios.
- Pues sí, tengo más pontingles que poros en la cara. - dijo poniendo cara gavi.
- Exagerado. - bufé.
- Dame el espejo para ver lo payaso que parezco.
- Payaso ya parecías antes, solo que ahora un poco más. - dije riéndome.
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- No te vayas, rubia. - dijo Pablo por séptima vez, abrazándome por la cintura.
- Me tengo que ir, ya voy bastante tarde. - dije bufando. - Cuando salga te mando una foto si quieres, pero me tengo que ir ya.
Entonces una sonrisa apareció en su rostro.
- Claro que sí, venga tira. - me cogió en plan princesa y me llevó hasta las escaleras.
- ¿Ahora sí que quieres que me vaya? - pregunté burlona.
- Es que vas a llegar tarde. - se encogió de hombros. Entonces le pegué una colleja sin fuerza, y me fui.
El taxi ya estaba esperándome abajo, y por suerte no había gente por allí, así que me subí rápidamente y el conductor arrancó.
Pablo tenía muchas ganas de contarles a nuestras madres sobre que tenemos una relación, ya que ellas son las presidentas del club de fans de nuestro ship.
Finalmente llegué a la peluquería y entré. Sé qué me van a dejar bien el pelo, pero cada vez que me lo tengo que cortar me entra un miedo terrible.
- ¡Hola, guapa! ¡Pero qué largo tienes el pelo! - dijo sorprendida y sonriente la dependienta.
Era una mujer de mediana edad, que la conocía desde siempre, ya que mi madre me traía a esta peluquería desde que me vine a La Masía, y yo ya le había cogido costumbre a venir.
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Me hice una foto sacando la lengua para mandársela a Pablo, como le había prometido. Me había alisado el pelo, para que mañana solo me lo tuviera que planchar un poco y ya. No es que mis rizos no me gustaran, pero a veces me gustaba un cambio, y siempre me veía muy guapa con el pelo liso.
La envíe y me guardé el móvil en el bolsillo de mi chaqueta después de darle al play a Coney Island de Taylor Swift y The National. Una canción demasiado infravalorada, por cierto, a mí me encanta.
Unos minutos después, sonó una notificación de un mensaje, así que lo miré y era un audio de Pablo.
- ¡Pivón! ¡Esa reina es mía, y solo mía! ¡Ni la Beyoncé es tan guapa, mi niña! - habló en el audio, yo ya había empezado a reírme. Entre su acento andaluz, y las cosas que decía, me resultaba muy entretenido escucharle. Entonces empezó a sonar crazy in love de Beyoncé, y Pablo cantándola de fono. Eso fue el colmo para mí, y ahí comencé a descojonarme en medio de la calle, ya que esta vez había decidió ir andando.
Iba con las gafas de sol puestas, y el gorro de la chaqueta con mi pelo rubio sobresaliendo a los lados, y estaba moviéndome de formas raras mientras una risa silenciosa salía de mi boca.
Cuando me reía así, era un signo de que me estaba ahogando de verdad, en plan de que me había hecho demasiada gracia y no me podía contener. Hasta se me llenaron los ojos de lágrimas de la risa.
- ¡Pablo, me estoy ahogando! ¡Virgen santísima! - dije pulsando como pude el botón de grabar audio.
- No, hombre, no. No te me ahogues, que todavía me quedan muchas canciones de Beyoncé por cantarte, rubia. - dijo en otro audio.
- ¡Se supone que debería estar llorando, porque estoy escuchando Dear John, pero contigo es imposible, te juro! - hablé en otro audio más.
Y así estuvimos hasta que llegué a un Starbucks para llevarme un café a La Masía.
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- Qué guapa, Beverly. - habló el señor que teníamos como recepcionista desde hace muchísimos años.
- Gracias, le preguntaría que si se ha cortado el pelo, porque lo parece, pero me doy cuenta de que es calvo. - dije frunciendo los labios para evitar reírme.
- Pues efectivamente, señorita. Me he pasado la maquinilla esta mañana. - habló el señor riendo levemente.
Subí las escaleras rápidamente para dejar mis cosas y después bajar al comedor, porque me estaba muriendo de hambre.
Pablo se había ido al entrenamiento, así que tendría que esperarle un buen rato.
Entré por la gran puerta y me fui directa a donde estaba la comida para coger disimuladamente unas patatas fritas y un filete de pollo empanado.
Encontré una mesa vacía y me senté allí, pero pronto noté una presencia detrás mío.
- Buenas. - dijo Álvaro sentándose enfrente de mí, como ya era costumbre para él. - ¿Te has hecho algo en el pelo?
- Acabo de venir de la pelu, pero solo me he cortado un poco las puntas y el flequillo, y bueno, me lo han alisado. - dije sonriente mientras me metía unas cuantas patatas con ketchup en la boca.
- Bien, bien. - se rascó la nuca nervioso. Yo fruncí un poco el ceño ante el gesto. - Oye, te quería decir una cosa.
- Dispara. - dije mientras seguía comiendo.
- No, pero escúchame en plan mirándome, porfavor. - dijo riendo nervioso. Levanté mi mirada dejando mis cubiertos en el plato.
- ¿Así? - pregunté con una sonrisa burlona.
- Sí, sí, ahora sí. - volvió a rascarse la nuca. - Mira, antes que nada, no sé si tienes algo con el Gavi, pero-
- Creo que primero debes saber que soy su novia. - dije con una sonrisa ladeada.
- Ah, bueno. - su expresión cambió a una mucho más apagada. - Entonces nada, olvídalo.
- Oye, no. Ahora me lo dices. - le dije.
- No, no, que da igual, enserio. - se rio. Aunque se notaba a kilómetros que era una risa falsa.
- Bueno, como tú quieras. - suspiré y volví a coger los cubiertos para dirigir mi mirada a la comida.
- Pero estamos bien, ¿no? - preguntó haciendo el amago de levantarse.
- ¿Por qué íbamos a estar mal, Alvarito? - bromeé para dejar de lado la tensión.
- Tienes razón, voy a por algo de comida y vuelvo para que me cuentes nuevas teorías swifties, ¿vale? - yo asentí con una sonrisa y él se fue a por una bandeja.
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Bueno, este es el penúltimo capítulo. Igual no ha estado tan bien como otros, pero había que aclarar lo de Álvaro y eso, y en el último capítulo me apetece centrarme solo en Pablo y Bev.
Gracias por elegir esta historia <3.- 💙
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𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Pablo Gavi
Fanfiction𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Beverly Mason, más conocida como la personificación de Adrik Cash. Prácticamente criada en la cantera del Fútbol Club Barcelona. La chica se mudó a la capital catalana a los once años, y casualmente un chico de su edad también...