𝙴𝚜𝚙𝚎𝚌𝚒𝚊𝚕 100k

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Pablo Gavi

Beverly había venido a la casa que ahora compartía con mis padres en Barcelona.

Según ella, la había abandonado en La Masía, pero se compraría una casa tarde o temprano.

Mis padres habían salido a cenar por ahí, ya que era su aniversario número no sé cuántos.

Sinceramente, podéis llamarme mal hijo y todo lo que queráis, pero me daba un poquito igual si no había ningún regalo para mí.

Si me hubieran invitado a la cena, podría haber tenido comida gratis, pero si me saltaba la dieta, el míster me iba a matar. Así que lo mejor fue quedarme en casa con la compañía de mi rubia, que le había rogado que viniera al saber que me iba a quedar aburrido en la soledad.

Ya nos habíamos terminado Gilmore Girls juntos una vez, pero decidimos volver a verla.
Íbamos por el episodio cinco de la primera temporada ya, y Bev estaba demasiado pendiente del móvil como para estar enterándose de lo que decían.

- ¿Qué es eso tan interesante que estás haciendo que te importa más que tu serie favorita? - le pregunté.

- Tiene que ver contigo, así que espera a que termine y te lo enseño. - dijo demasiado seria. Vale, tenía miedo. ¿Ya la he vuelto a cagar y no me había dado ni cuenta? - Te va a gustar, Martín. No te asustes. - explicó riéndose al ver mi expresión.

Solté todo el aire que había contenido y volví a dirigir mi mirada a la televisión.

Estaba nervioso, no voy a mentir. Sabía que no era nada malo si me iba a gustar, era lógico, pero no tenía ni idea de lo que podría ser.

La rubia seguía sonriéndole al móvil, mientras mis nervios seguían aumentando. No aguantaba más, me iba a dar un parraque.

Solo hace falta mirar la pantallita un segundo...

Ya...

¡No!

Es su privacidad, no me incumbe.

Pero tiene que ver contigo...

Ya...

Si solo miraba un poquito no era nada, ¿no?

Me acerqué disimuladamente a ella, alzando el cuello para poder ver mejor.

Lo único que gané fue ver la pantalla del chat de instagram y una colleja de su parte.

- ¡Pablo! ¡Te he dicho que te esperes! - me dijo molesta.

- ¡Pues dímelo ya! - protesté.

Sonrió cínica dirigiéndome la mirada.

No sé que me asustaba más, si la manera en la que me está mirando o lo que me va a contar.

- ¿Estás seguro?

- Eh... sí.

- ¿De verdad, Gavira?

Sabía lo que estaba intentando. Quería que me preocupara más todavía, la hija puta de ella.

- Bev, deja de hacerte la graciosa.

- ¿Quién ha dicho que me esté haciendo la graciosa? - continúo con el jueguecito frunciendo el ceño.

- Que me lo digas, pesada.

- Ay, ¿el niño se ha picado? - preguntó haciendo un puchero con el labio inferior.

- Pues sí, soy un picado, ¿vale?

Ya lo había conseguido, ya me había cabreado.

- Solo te falta decir "pues ahora me enfado y no respiro" - comenzó a reírse.

𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora