𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 21

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Beverly

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Beverly

Estuve un rato en mi habitación pensando en mi actitud. No había estado bien. No le iba a pedir perdón, pero haría algo parecido.

Seguramente Pablo ya estaba en su habitación, porque eran las once de la noche, y no creo que siga por ahí.

Me levanté de mi cama y me puse mis Vans de confianza. No me había puesto el pijama por pereza, así que me volví a hacer la coleta baja que se me había deshecho y salí de mi habitación para dirigirme a la del sevillano.

Bajé las escaleras y llegué a su puerta, iba a llamar, pero como estaba entornada fui a abrirla un poco más para entrar, y me encontré con una escena que no me esperaba.

Paula y Gavi besándose. Pero no en plan pico, sino en plan besarse con ganas.

Volví a subir las escaleras con la mirada perdida. Pensé que esta semana había significado algo para él.

No le iba a reclamar nada, porque realmente solo somos amigos, así que tiene todo el derecho del mundo a besarse con quién le dé la real gana.

Llegué a mi habitación y me senté en la cama con las piernas cruzadas. Me puse a pensar en mi vida, podía parecer un acto egocéntrico, pero no tenía nada más en lo que pensar.

Empecé a darme cuenta de que solo tengo una amiga de verdad, Alexia. La única a la que le cuento algunos problemas míos. Agarré mi móvil y no vi ninguna notificación que no fuera de tweets de gente. Nadie me va a hablar, lo tengo asumido. Normal, si es que tengo una personalidad de mierda, no sé qué me esperaba.

Siempre estorbo, en todos los lados. En mi equipo no consigo terminar de integrarme, todas mis compañeras socializan entre ellas, pero yo doy un paso hacia delante y tres hacia atrás.

Nunca soy suficiente para nadie.

Noté que mi respiración se aceleraba y mi pecho se oprimía, ya sabía lo que se estaba viniendo, pero no hice nada para evitarlo. Miré mi brazo. Iba en tirantes así que lo podía ver perfectamente. Vi las cicatrices y pasé mi dedo índice sobre ellas.

Recordé porqué lo hacía. Tenía mil inseguridades, y cada día solo aumentaba el número.

Empezé a escuchar a una mosca revoloteando por mi habitación, y el zumbido me estaba poniendo más nerviosa todavía. En los ataques de ansiedad cualquier ruido hacía que se me hiciera más difícil respirar.

- Puta mosca de mierda. - dije en un hilo de voz. No sé porqué le estaba hablando a una puta mosca, de hecho me parecía hasta gracioso, pero ahora mismo lo único que quería era silencio absoluto.

𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora