Beverly
Terminé de vestirme y me dirigí a la habitación del sevillano, como dije que haría.
Llamé a la puerta como una persona normal, no cómo él.
- Ya pensé que no vendrías. - dijo él abriendo la puerta. La verdad es que había tardado un poco en quitar completamente la sangre del suelo.
- Aquí estoy. ¿Qué querías? - pregunté cansada.
- Pasa y te cuento. No te voy a dejar ahí fuera, tonta. - dijo apartándose a un lado para dejarme entrar.
Me senté en el borde de su cama y él se sentó a mi lado.
- Lo siento por irme así hoy. - no entiendo porqué se está disculpando, según yo no ha hecho nada.
- Descuida, ni me acordaba. - dije con la voz un poco más ronca de lo normal.
- Has pillado un catarro, niña. ¿Por qué venías corriendo bajo la lluvia? Haberte pedido un taxi. - dijo él mirándome con esos ojos tan grandes y bonitos.
- Da igual. - hice el amago de levantarme e irme de vuelta a mi habitación, pero el me agarró de la muñeca, la izquierda en concreto. Yo emití un sonido de dolor, ya que las heridas aún seguían muy recientes.
- Ostia perdón. ¿Te he hecho mucho daño? - preguntó levantándose rápidamente con una mirada preocupada.
- Me voy. - me limité a decir. No me había agarrado muy fuerte, pero la única camiseta que encontré que me cubriera del todo los brazos, tenía una costura suelta justo en la zona de los antebrazos, y noté como se humedecía la tela porque la herida se había abierto. Si no me iba ya, la sangre empezaría a gotear.
- ¿Qué es eso? - dijo él. Yo me giré preocupada, me di cuenta de que había vuelto a colocar su mano en mi muñeca, y la apartaba confuso al notar el líquido. - No me jodas que estás sangrando. ¿Tanto he apretado? Déjame ver.
- ¡No! - grité sin darme cuenta. Él me miró a los ojos y yo me solté de su agarre saliendo de la habitación lo más rápido que pude.
- ¡Espera! - escuché sus largas zancadas para llegar a mí, así que aceleré mi paso y comencé a subir las escaleras. Tuve que agarrar mi muñeca para no dejar que la sangre cayera en las escaleras.
Él era más alto que yo, así que tenía las piernas más largas, y justo antes de que pudiera meterme en la habitación, apareció a mi lado.
- Déjame verlo. - habló él. Nunca le había visto tan serio.
No le contesté y me metí en la habitación, intenté cerrar la puerta antes de que él consiguiera entrar, pero fue imposible.
- Fuera. - dije tajante.
- Cuando me dejes verlo me voy. - habló él en el mismo tono.
- No. Fuera. Ya. - exigí.
- Como no me dejes verlo voy a avisar a las de enfermería, y créeme que ellas sí que no te van a dejar en paz.
- Lo harán. No soportarán lo terca que soy y acabarán yéndose. Ahora vete.
- Que no lo voy a hacer, joder. - podía percibir como empezaba a molestarse, pero me daba igual, necesitaba sacarle de aquí lo antes posible. - Si me dejas verlo me quedo contigo a ver Gilmore Girls.
Ja, se creía que iba a caer, pobre iluso.
- No te necesito para ver Gilmore Girls. Vete.
- No.
- ¿Cómo te lo tengo que decir? Que te vayas de una puta vez, Gavira. - hablé empezando a molestarme yo también.
- Por mí como si me lo dices en alemán, no me voy a ir, Mason. - estábamos los dos tan concentrados en discutir que ninguno se dio cuenta de que se estaba formando un charco del líquido rojo en el suelo de madera.
- ¡Vete ya, coño! ¡Para ya de intentar volver a hablar conmigo y para ya de preocuparte por mí! ¡No te va a servir de nada porque no pienso volver a arriesgarme a pasar nada parecido a lo de mi abuela! ¡Así que o te vas o te echo a patadas!
- ¡No voy a parar, Beverly! ¡Échame a patadas si quieres! ¡No eres consciente de que estoy haciendo todo lo que puedo para que volvamos a ser los de antes! ¡Jamás voy a poder parar de preocuparme por ti porque te quiero, joder! - dijo para después respirar agitadamente debido al griterío.
- Eres un gilipollas, Pablo. - dije en un hilo de voz. No quería llorar delante de él, así que me giré, pero enseguida noté como sus brazos rodeaban mi cintura volviéndome a girar hacia él.
- Un gilipollas del que estoy seguro que todavía quieres ser su mejor amiga. - me escondí en su pecho mientras él me abrazaba.
- Yo.... Voy a comer algo. Vuelve a tu habitación. - dije separándome de él.
- Te acompaño. - ignoró lo último que dije y decidí que no tenía la energía para seguir discutiendo con él, así que no protesté.
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Pablo Gavi
Espero que no fuera lo que estaba pensando. De verdad esperaba que no.
Decidí no preguntarle por el momento, no quería agobiarla, así que bajé con ella al comedor y pidió una ensalada con filete de pollo empanado.
Nos sentamos en una de las mesas y ella se llevó la mano al bolsillo de su chaqueta supongo que para sacar su móvil, pero sólo sacó los cascos.
- Mierda puta. - bufó en susurro.
- Se te ha olvidado el móvil, ¿verdad? - pregunté sabiendo la respuesta. Ella asintió. Metí mi mano en el bolsillo de mi sudadera y saqué el mío. Acerqué mi mano a la suya pidiéndole los cascos silenciosamente y ella me los dio.
Los conecté al móvil y entré en Netflix para poner Gilmore Girls.
- ¿Por qué episodio de qué temporada ibas? - pregunté.
- Pablo, no hace falt-
- Sí la hace. Venga dímelo, rubia.
- Temporada 3, episodio 7. - dijo ella. Sabía que se la había visto entera varias veces, pero puse lo que me dijo y le di un casco para ponerme yo el otro. - Gracias, Pablito. - se formó una pequeña sonrisa en sus labios.
- Beverly Mason dando las gracias, that's impressive. - dije sonriente. Ella me dio un ligero golpe en el hombro. Esto me recordó a los viejos tiempos, así que sonreí todavía más y le di play al episodio.
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Que monos que son mis padres. Pablito está haciendo un buen trabajo en cuanto a su misión de volver a llevarse con Beverly, estoy muy orgullosa JAJAJJAJA. Gracias por elegir esta historia <3.
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𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Pablo Gavi
Fanfiction𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Beverly Mason, más conocida como la personificación de Adrik Cash. Prácticamente criada en la cantera del Fútbol Club Barcelona. La chica se mudó a la capital catalana a los once años, y casualmente un chico de su edad también...