𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 32

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Pablo Gavi

- ¡¿Cómo que 40 actualizaciones pendientes?! ¡La puta madre! - dijo Beverly sentándose en la cama.

- ¿Por qué no pones las actualizaciones automáticas? - pregunté curioso. Era mucho más cómodo.

- Coño, pues porque me quiero enterar de las novedades, porque la gente dice que si ahora pasa esto, que si ahora lo otro, y a mí no me furrula. - habló rápidamente.

- Chica, habla un poco más rápido que todavía llegas a idioma alienígena. - bromeé.

- Me lo ha pegado Louis Tomlinson, y no me quieras ver hablando en inglés, porque soy peor que la de los listentings. - contestó con una sonrisa divertida volviéndose a tumbar, y yo aproveché para volver a abrazarla por la cintura.

Ayer cuando volví del entreno, el cuál había sido bastante tarde, porque llegué sobre las diez de la noche a La Masía. Divisé a Beverly en el campo que se veía a través de las ventanas de las escaleras, haciendo unos toques con el balón.

Así que bajé y estuvimos un rato jugando, como solíamos hacer de niños, con la diferencia de que ahora no nos podían reñir tanto.

Digamos que cuando estábamos subiendo las escaleras para irnos cada uno a nuestra habitación, comenzamos con una sesión de besos, y poco a poco nos fuimos dirigiendo a mi habitación.

Acabamos durmiendo juntos, y eran las cuatro de la mañana. A Beverly le había dado el insomnio y se había pasado la noche dando vueltas sin poder dormir.

Así que se puso con el móvil mientras yo intentaba dormir, no pude, porque la preocupación de que la rubia estuviera agobiada no me lo permitía.

Cuando gritó alarmada lo de las actualizaciones, fue cuando me terminó de despertar del todo.

Parecía que ahora estaba consiguiendo descansar, ya que su respiración comenzó a ser más y más lenta.

Ahora era yo el que no podía dormir, así que comencé a darle besos por todo el cuello, y ella se estremeció ante el tacto de mis labios.

- Párate, Caillou, que estoy intentando dormir. - dijo riendo.

- Cuando dejes de llamarme Caillou, paro. - contesté entre besos.

- Entonces darme besos se va a convertir en tu pasatiempo favorito. - dijo echando la cabeza hacia atrás para mirarme.

Aproveché para darle un beso en sus labios, y ella correspondió.

- No me molesta la idea, rubia. - dije con una sonrisa burlona.

- Tengo hambre. - dijo volviéndose a sentar. Entonces decidí imitar su gesto.

- ¿Nos colamos a las cocinas? - bromeé. Ella me pegó una colleja y nos reímos.

- En cuanto sean las nueve, bajamos como alma que lleva el diablo al comedor. - dijo apuntándome con el dedo índice.

- A sus órdenes, rubia. - dije haciendo una reverencia.

- No eres más tonto porque no eres más grande, eh. - dijo divertida.

- Ya lo sé, no hace falta que me lo recuerdes.

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Beverly

- Vengaaaa, despierta. - dije sacudiendo a Pablo. Ya eran las nueve y diez, llevaba diez minutos intentando que se levantara.

- Que no, que te vayas tú sola, yo no tengo hambre, tengo sueño. - dijo con voz ronca.

𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora