𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Beverly Mason, más conocida como la personificación de Adrik Cash.
Prácticamente criada en la cantera del Fútbol Club Barcelona. La chica se mudó a la capital catalana a los once años, y casualmente un chico de su edad también...
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Beverly
Necesitaba desesperadamente una cajetilla de cigarros.
Pero claro, yo no podía ir a comprarla porque se supone que al ser deportista no puedo fumar, así que como estamos en Londres y mi primo Luke está aquí, he pensado en que me puede venir a hacer una visita al hotel con un regalo.
Le escribí y me contestó media hora después diciéndome que vale, pero que no lo volvería a hacer por mi salud.
Claramente lo volvería a hacer si se lo pedía, Luke era así. Era demasiado bueno para este mundo.
Más tarde me avisaron de que había un chico alto de ojos azules preguntando por mí.
Bajé las escaleras corriendo con la ropa del entrenamiento que tuvimos por la mañana.
- Menos mal, pensé que ya no venías. - dije suspirando.
- Esta es la última vez, que lo sepas. - me advirtió con una mirada seria. Él sólo era dos años mayor que yo.
- Eso dijiste las cinco últimas veces, y mira. - dije con una sonrisa burlona.
- Pero esta vez es de verdad.
- Ya veremos.
- ¿No me vas a dar las gracias?
- Ya estás acostumbrado a que no lo haga, así que qué más te da. - él me miró frunciendo el ceño y bufando. - Vale. Gracias. Ahora vete.
- Ya me iba, pero ten cuidado que no te pillen. - se despidió y salió por la puerta.
- ¿Qué quería ese? - preguntó Jana detrás de mí.
- ¿Eh? Ah, nada es que es mi primo y no le suelo ver mucho. - me excusé. Metí la cajetilla en el bolsillo de mis pantalones con el móvil delante para que no se notara tanto. - Me tengo que ir.
- Hasta luego. - dijo ella con una sonrisa.
La chica me caía bien, pero sin más. No éramos amigas ni nada, pero me había propuesto no ser tan borde.
Corrí escaleras arriba hasta llegar a la terraza que había.
Encendí un cigarro con mi mechero del escudo del barça y comencé a fumar.
Como me pillaran ya me podía ir despidiendo de ser titular, pero bueno. Los únicos que sabían que fumaba, eran Pablo y Alexia.
Me puse a pensar en lo que había pasado con él. Nos habíamos besado en varias ocasiones, y se sentía bien, pero tenía un presentimiento de que algo iba a salir mal. Todo estaba yendo demasiado perfecto como para seguir de esa manera.
La Paula esta había seguido intentando llamar la atención de Pablo, él se la daba de vez en cuando, pero aún así yo sentía que lo que iba a salir mal tendría que ver con ella.
