𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 35

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Pablo Gavi

Joder, que nervioso estoy. Siento que en cualquier momento me va a dar un ataque a la patata de lo rápido que va.

- Hermano, cálmate, que no vas a pedirle matrimonio, por el amor de una capibara en moto. - habló Pedri mientras conducía.

- Joder, pero es que y si dice que no, ¿qué hago? - hablé rápidamente.

- Coño, pues seguir normal, si te dice que no es porque no está preparada, no porque no le gustes. Estáis los dos hasta las trancas. - dijo riendo.

- Cuando estés en la misma situación que yo, me voy a reír de ti, ya verás que gracioso. - bufé. Eso solo hizo que la risa del canario se incrementara más.

Ya habían pasado unas cuantas semanas desde que Beverly y yo habíamos hablado de lo que éramos, desde que me dijo que no estaba lista para una relación.

Yo la notaba muchísimo más segura y cómoda con todo, así decidí que era hora de pedirle que fuera mi novia oficialmente. Si decía que no, probablemente me encerraría en mi cuarto hasta que mi cerebro hubiera olvidado la humillación.

Pedri y yo habíamos creado todo un plan para asegurarnos de que nadie nos iba a molestar mientras la propuesta se llevaba a cabo, porque solo me faltaba que apareciera el Álvaro ese.

Beverly siempre insistía en que no me tenía de qué preocupar, pero no podía evitar ponerme celoso cada vez que les veía riendo, y el pensar que si dice que sí podré decir que es mía oficialmente, me hace sentir una felicidad inmensa.

- Se acabó el viaje. - dijo Pedri aparcando al llegar a La Masía.

- Y empiezan las preocupaciones. - suspiré.

- Las preocupaciones han empezado desde hoy a las siete de la mañana en el entreno. - se rio. - Anda, tira, que tengo que asegurarme del plan.

- Más te vale que salga bien, todo depende de ti. - le advertí.

- Que sí, hombre, que sí. - dijo bajándose del coche. Le imité y cerré la puerta para encaminarnos al gran edificio.

En cuanto divisé a Beverly, me acerqué a ella casi corriendo.

- ¡Tranquilo, velocista! - dijo Pedri riendo cuando llegué al lado de la rubia.

- ¿Qué pasa, Gavira? - preguntó Bev mirándome.

- Es que me tienes que acompañar a mi habitación para una cosa. - contesté.

Vale, sé que la excusa no era muy buena, pero me la pela bastante.

- ¿Ahora resulta que no sabes ir a tu habitación solito, Martín? - preguntó burlona.

- Anda, porfa. - puse ojos de cachorrito y ella finalmente cedió. - Vamos por el ascensor.

- ¿Por el ascensor? - preguntó confusa. Nosotros siempre subíamos por las escaleras para poder pasar más tiempo juntos desde pequeños, ya que nos mandaban a dormir muy pronto, y no podíamos compartir habitación chicos con chicas.

- Nunca hemos subido por ahí y me da curiosidad. - expliqué sonriente.

- Bueno, como quiera el niño. - contestó con una sonrisa ladeada.

Entramos al ascensor y le di al botón. Se suponía que Pedri ahora tenía que estar en el cuartito para estropear el ascensor y causar que nos quedaramos encerrados. Ya luego llamaría a los que lo arreglan.

El canario cumplió con su parte, ya que el ascensor dio un golpe brusco en el cual Beverly y yo caímos al suelo.

- ¡Ostia! - gritó ella.

𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora