𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 29

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Beverly

Llevábamos aproximadamente media hora encerrados en las cocinas, y yo ya estaba que me subía por las paredes.

- Joder, Pablo. - suspiré.

- Ya verás que vamos a salir, alguna manera tiene que haber. - dijo él tranquilamente.

- Encima no tengo el móvil, me voy a tirar por la ventana. - bufé. Entonces se me encendió una luz en el cerebro. - ¡Claro! ¡La ventana!

- ¿Cómo? - preguntó desubicado.

- ¡Que hay ventana! ¡Podemos salir por ahí! - dije entusiasmada.

- Sí, y vas y te lesionas, y luego voy yo y me pasa lo mismo. Ni de coña vamos a saltar por la ventana. - dijo negando con la cabeza.

- No hay tanta altura, Gavira. Eres un exagerado. - contesté. Localicé la ventana y me eché para atrás para poder coger carrerilla y saltar para abrirla, ya que estaba demasiado alto y ni Pablo ni yo llegamos.

Empecé a correr, pero unos brazos rodeando mi cintura me pararon.

- ¡Pero no me pares, subnormal! - le dije al girarme.

- ¡Es que te vas a lesionar y no me apetece! - contestó él. Tenía un punto, pero quería salir ya de ahí.

Entonces analicé un poco más la enrome sala y vi unas sillas. Me llevé una mano a la frente dándome un golpe.

- Somos faltos. - dije.

- ¿Qué hablas?

- Que hay sillas allí. Vete a por ellas y las colocamos para subirnos y abrir la ventana.

Pablo me hizo caso y pusimos dos sillas debajo de la ventana.

- Me subo yo, que todavía te caerás y no podrás jugar. - esta vez fui yo la que le paré.

- Y una mierda. Me subo yo, y si me lesiono pues me lesioné. - dije intentando echarle a un lado.

- Que no, que me subo yo, y sino no ni pa' ti ni pa' mí.

- Aparta. - le dije mirándole con las cejas alzadas.

- Que no.

- Pablo, quítate.

- Yo no me voy a quitar. - contestó encogiéndose de hombros.

- Pues te quito yo. - dije tranquilamente.

- No vas a poder.

- ¿Ah, no? - el asintió y yo sonreí. Le agarré y le coloqué en mi hombro como un saco de patatas. - 70 kilos no son nada para mí, Gavira.

- ¡Bájame ahora mismo y ni se te ocurra subirte ahí! - dijo alarmado.

- Vale, te bajo. - me subí a la silla y le colé por la ventana para que saltara. - ¿No querías bajar, Pablito?

- ¡Pero así no!

- Hay que especificar. - me reí. Finalmente él saltó ya que no le quedaba otra opción.

Me colé y salté, sin embargo, no noté el suelo, sino los brazos del sevillano.

- Ahora te jodes y te llevo así hasta mi habitación. - dijo con una sonrisa burlona.

- Pues vale, mejor para mí. - a pesar de ser deportista, sigo siendo una vaga de mierda.

Llegamos a las escaleras y Pablo empezó a subir, cuando ya estábamos en la primera planta, se giró en dirección al pasillo para ir a la habitación.

- ¿Qué hacéis fuera de las habitaciones a estas horas? - Pablo se giró conmigo en brazos, y vimos al técnico que me robó las patatas mirándonos con una ceja alzada.

𝐁𝐄𝐒𝐓 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora