5.- Virgen

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Dove

—Ven, ven aquí —le digo a Jessica cuando al fin he logrado ganarme su confianza otra vez y que se baje de la mesa.

Hay manchas de vómito en su vestido Chanel —lo cual lamentará en la mañana—, al igual que en sus zapatos Jimmy Choo. Su cabello está un desastre, el maquillaje corrido y tiene marcas rojas en el cuello, lo que me indican que tenía razón al sospechar cuando Gary, ella y una chica desaparecieron en la casa por una hora.

Pasa uno de sus brazos por mis hombros y la ayudo a caminar dentro de su castillo, agradeciendo que los invitados no puedan usar su teléfono celular y hayan firmado un acuerdo de confidencialidad. La familia Jones es conocida en todo el país y no pueden dejar que se dañe su reputación. Ya tuvieron suficiente con el arresto y muerte del progenitor de Jessica y Logan, y también con el hecho de que Logan haya tenido una hija y la madre no esté presente en la ecuación. No necesitan saber lo que la hija modelo de Josephine Jones es capaz de hacer con mucho alcohol y personas atractivas en la mesa.

Los pasos de Jessica son algo torpes, y ambas tenemos que retirar nuestros zapatos a medio camino si no nos queremos caer. Soy más baja que Jessica por unos centímetros solamente, pero aún así es difícil tener que guiarla hasta su habitación. Cada paso que damos, resulta ser un paso en falso y cuando intentamos subir las escaleras, mi pie se dobla gracias a aguantar el peso de Jessica y el mío, y ambas terminamos cayendo en las escaleras. Jessica cae sobre mí, así que mi espalda sufre mucho al caer sobre los escalones. Me quejo, pero sorprendentemente la caída ha hecho que Jessica deje de balbucear.

—Joder —me quejo, colocando una mano en mi cabeza y cerrando mis ojos.

—¿Estás bien? —pregunta Jessica, aun sobre mi y con una pierna en medio de las mías.

Abro mis ojos y al ver su expresión, me desconcierto un poco, porque está mirando mis labios.

Sé que Jess es bisexual y siempre he tenido una ligera sospecha de que tal vez guste de mí, pero también sé que soy su mejor amiga al igual que ella es la mía y que solo me ve de la forma en que yo la veo. También sé que no me mira de esa forma porque quiera besarme, sino porque va tan borracha que no puede abrir sus ojos correctamente.

—Sí —respondo, sin aliento por el golpe e intento incorporarme—. Yo... Jess...

—¿Sí?

—Me estás aplastando —me quejo.

Jessica se empuja a sí misma para atrás, su espalda golpeando la pared y hace una mueca de dolor, mezclada con una sonrisa.

—Lo... —hipo—. Lo siento, Dobby.

—Creo que no vamos a poder subir las escaleras.

—No soy capaz ni siquiera de hablar ahora.

No se lo discuto, casi ni se le entiende.

—Está bien, solo... ¿hay alguna habitación aquí abajo?

—La habitación de Leah y la de mamá —jadea Jess y tengo miedo de que vuelva a vomitar—. Llévame a la de mamá.

—¿Dónde es?

—Al final del pasillo, la puerta de madera de cerezo.

Me incorporo sobre mis pies y le extiendo una mano a Jessica, quien la toma e intenta ponerse de pie como puede. La ayudo a caminar hacia el pasillo que llevan a las habitaciones de Leah y su madre, y al abrir la gran y ostentosa puerta de cerezo, me qiedo petrificada.

Si creía que la habitación de invitados era enorme...

¿Qué le sucede a esta familia? ¿Cuánto dinero tienen?

Mi Mejor Problema (AD #3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora