Capítulo Especial

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El nacimiento de los gemelos

Dove, 30 años

—Por Dios, Logan, estoy bien —gruño, exasperada por la constante atención que estoy recibiendo de mi amado y odioso esposo—. Maldición, deberías dejar de ser paranoico, yo soy la embarazad...

Me calla metiendo una cucharada de puré de frutas en mi boca.

—Y yo te dije que, durante estas últimas semanas, yo iba a hacer tus cosas. Te odio por no dejarme ir al baño contigo —se vuelve a quejar como por millonésima vez durante el día.

—No me gusta que me veas orinar, Logan, perdóname por querer algo de privacidad.

Él se encoge de hombros y sigue alimentándome como a una bebé y por alguna razón sigo permitiéndole hacerlo.

Sé que está emocionado por el embarazo y por tener gemelos y niños, pero está siendo muy intenso.

Aunque mentiría si dijera que no lo estoy disfrutando.

—¡Mamá! —Leah viene corriendo hacia mí por el pasillo, las pulseras de sus manos moviéndose a cada paso, su cabello rubio cayendo hasta más debajo de su espalda.

La miro con una sonrisa y Logan la observa con el ceño fruncido.

—Leah Jones-Garden, ¿volviste a maquillarte? —le gruñe Logan y yo miro a mi esposo con advertencia, cosa que él ignora.

Las mejillas regordetas de Leah se sonrojan visiblemente y el amor en mi corazón crece. Sí, se ha maquillado como cualquier niña que toma las cosas de su madre, solo que ella se ha pegado pegatinas de Barbie en las comisuras de sus ojos y brillo labial rosa en sus labios.

Me río y beso su linda mejilla.

—Mamá dijo que podía hacerlo solo en casa —murmura y Logan me mira.

Le doy una sonrisa encantadora a mi esposo.

—Eso no importa —me giro a Leah—. ¿Qué pasó, mi bebé?

A Leah se le ha olvidado su vergüenza y vuelve a sonreírme.

¡La tía Jess me dijo por teléfono que va a llevarme a Disney este fin de semana!

Asiento, feliz. Jessica va a llevarse a Leah este fin de semana porque mi fecha de parto está programada. Será una cesaría a pesar de que no he cumplido el tiempo de gestación de mis gemelos, pero tener un parto normal es demasiado riesgoso tanto para mí como para los bebés.

Logan asiente, relajándose y sonriendo para nuestra hija.

—¿Estás feliz? —le pregunta su padre y Leah asiente con entusiasmo.

—¡Claro! ¡Y me dijo que podré conocer a mis hermanitos cuando regrese!

Eso me hace sonreír antes de atraerla a un abrazo. Ella me lo devuelve, evitando aplastar mi enorme panza de embarazada.

Beso su cabeza con cariño.

—Sí, serás una buena hermana mayor.

—Lo sé, ya los quiero mucho —murmura y las ganas de llorar se hacen presentes.

Leah se separa de mí antes de abrazar a su papá, quien suspira antes de devolverle el abrazo y darle un beso en la frente.

Después de un rato en los que yo evito llorar como una bebé, Leah sale corriendo a la sala de estar y enciende la televisión. Logan suspira y lo miro, mirando a nuestra niña con nostalgia.

—Crece demasiado rápido —dice más para sí mismo.

—Lo que importa es que ella está feliz, está muy emocionada con la idea de los gemelos —digo, después de tragar y tomo la mano de mi esposo—. Va a ser una hermana mayor excelente.

Mi Mejor Problema (AD #3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora