70.- Zafiro

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Logan

—¿Te casarías conmigo?

Su voz suena tan rota, pero a la vez tan llena de esperanza que rompe el último rastro de cordura que me quedaba y tomo su rostro para besarla.

Antes de Dove, yo no lloraba, no sentía, era un pedazo de mierda viviente que no podía imaginarse lo que se sentía amar a alguien con tanta intensidad como lo hago. Sin embargo, nuestras lágrimas se mezclan mientras el beso que sella nuestra eternidad sucede. Dove no solo salvó mi alma condenada a la soledad; se convirtió en mi mejor amiga, mi confidente, en el amor personificado. Tengo tanto que agradecerle y una vida a su lado no será suficiente.

Pero puedo intentarlo. Joder, quiero intentarlo.

—Esa pregunta te la iba a hacer yo —digo entre beso y beso.

—Pues creo que me he adelantado —murmura antes de dejarme besarla de nuevo.

Rompemos el beso antes de hacer una escena solo para adultos frente a la sociedad más elitista de toda Europa. Miro a mi mujer con toda la adoración del mundo y coloco una mano en su mejilla. Ella cierra sus ojos y suspira.

—¿Eso es un sí? —murmura.

—Busca en mi chaqueta —respondo en su lugar, señalando mi chaqueta sobre sus hombros y ella se incorpora para buscar en los bolsillos.

Saca la caja de terciopelo negro del bolsillo izquierdo y sus ojos se llenan de lágrimas al acariciar la caja con sus pulgares. Me mira con sorpresa y amor. Mucho amor.

—Te lo iba a pedir esta noche después de esta fiesta —digo, sintiendo ansiedad al momento en que abre la caja y suelta un jadeo al ver el anillo de oro blanco con pequeños diamantes adornando el aro y un gran zafiro en el centro, con pequeños diamantes alrededor de la gema ovalada. Cubre su boca y las lágrimas caen por sus mejillas.

—Logan es... es hermoso —solloza y puedo respirar tranquilamente cuando lo saca de la caja.

—Ponte de pie —ordeno—. Quiero deslizarlo en tu dedo.

Se ríe entre lágrimas y se pone de pie, limpiando sus rodillas y entregándome el anillo. Tomo su mano izquierda y beso su dedo anular, sin poder que esto esté pasando. Miro a Dove desde mi puesto a sus pies y ella luce tan hermosa desde mi posición. No puedo creer que una mujer tan hermosa y maravillosa sea mía. No sé qué hice para merecerla, pero también sé que nada ni nadie podrá arrancarla de mí.

Me pertenece y yo le pertenezco.

Nacimos para estar juntos.

Deslizo el anillo por su dedo anular y escucho como la respiración de Dove se entrecorta.

—Perfecto —digo antes de ponerme de pie y llevar su mano a mis labios.

Mira el anillo fijamente con asombro.

—Espero que sepas por qué escogí esta gema —murmuro y los ojos de Dove se elevan para mirarme. Están llenos de lágrimas—. Es del color exacto de tus ojos.

Me acerco un paso más a ella. Estamos tan cerca el uno del otro que nuestra respiración sale como humo de nuestros pulmones y se mezclan antes de desaparecer en el cielo.

Estamos a menos de cero grados, pero nuestros cuerpos arden cuando se topan.

Ella me mira fijamente antes de pasar sus manos por mis hombros para sostenerse. Los pequeños diamantes del anillo en su dedo captan la luz, el zafiro brilla tenuemente. Todo es tan perfecto.

Mis manos van a su cintura y la acerco a mi cuerpo lentamente, deleitándome con sus curvas. Enorgulleciéndome como nuestros cuerpos calzan perfectamente, como si hubiésemos sido hechos el uno para el otro.

Mi Mejor Problema (AD #3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora