13.- Habitación

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Dove

—Bien —empiezo a decir cuando Logan decide detenerse y me doy cuenta que ha parado en el mismo lugar que me beso por primera vez, dentro del laberinto de arbustos altos en su jardín trasero; me aclaro la garganta—. ¿De qué querías hablar?

Logan no responde, tampoco me mira, solo se pasa una mano por su cabello rubio perfectamente peinado hacia atrás y no puedo evitar recordar cuántas veces he pasado mis manos por él, sobretodo cuando un orgasmo me arrollaba, o cuando ambos estábamos tan cansados como para movernos y terminábamos uno sobre el otro, sin importarnos lo íntimo que eso parecía.

No puedo ignorar lo guapo que se ve, con una camisa negra recién planchada, unos pantalones grises y mocasines. Siempre va tan elegante, es como su marca personal. En cambio yo estoy usando una camiseta enorme, unos leggins y voy despeinada, oh, y estoy completamente empapada porque estaba jugando con agua junto a Leah y Jessica hace unos instantes. Esa es mi marca personal: lucir como una ridícula.

Aun así, me parece increíble lo diferente que somos Logan y yo, y la química imparable que parecía haber entre nosotros.

Mi cuerpo aun se siente adolorido por lo de anoche. Cada vez que cierro mis piernas es como si pudiera sentir aún su dureza dentro de mí. Me he convertido en un monstruo y no puedo ignorar que quiero más. Quiero más de lo que pasó en esta madrugada y lo quiero con él, no estoy segura de que pueda sentirme así con ningún otro chico. Logan probablemente ha arruinado cualquier perspectiva de hombre para mí.

Pero por como Logan me mira ahora… sé que él ya no siente lo mismo que yo sentí anoche. Y es muy probable que no quiera más.

—Pensé que ya no fumabas —digo cuando veo que saca un paquete de cigarrillo del bolsillo de su pantalón.

Enciende uno y da una calada, sin dejar de mirarme.

—Volví a hacerlo hace poco. Solo lo hago cuando estoy muy estresado.

—¿Y ahora por qué estás estresado?

—Por nada.

—Luces molesto y algo pálido, solo me preocupo.

—Pues no lo hagas. No tienes derecho a preocuparte por mí.

Sus palabras me hacen fruncir el entrecejo y un escalofrío me recorre.

—¿Disculpa?

Logan me mira y su expresión se suaviza solo un poco, lo más mínimo.

—Dove solo… déjalo. No lo entenderías.

Sus palabras me hacen molestar.

¿Está jodidamente bromeando?

—¿Qué lo deje? —me cruzo de brazos y lanzo una risa burlona—. Fuiste tú el que quiso hablar conmigo en primer lugar.

Por la forma en que veo la ira llegar a sus ojos rápidamente, sé que mi ataque logró lo que quería en primer lugar. No soy una niña ingenua a la que él le pisoteaba el corazón una y otra vez, ahora si quiere ser un cabrón, pues le daré los putos motivos. Sí, le entregué mi virginidad y sí, ayer tal vez tuve la mejor experiencia sexual que tendría en toda mi vida, pero Logan se estaría equivocando si piensa que puede volver a tratarme como aquella niña boba de diecisiete años. Aún lo quiero y me gusta muchísimo, pero soy mucho más inteligente de lo que he demostrado ser a su alrededor.

—Bueno, tú querías saludarme con un beso como si fuéramos una puta pareja.

Ya se había tardado en el contraataque.

Pongo mis ojos en blanco y retrocedo un paso, para que no pueda notar lo mucho que sus palabras han logrado herirme.

—¿Qué quieres, Logan? —suspiro, sintiendo mi valentía flaquear ligeramente por el efecto que sus palabras dejaron en mí.

Mi Mejor Problema (AD #3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora