Mi Mejor Problema (AD #3)

35.- Drag Queen

Dove

Desde que conozco a Logan, había soñado con este momento.

Había creado escenarios perfectos en mi cabeza de cuando él me declarara su amor, sin embargo, todos esos momentos quedan en el olvido, porque él me lo dijo y a pesar del dolor que ambos estamos sintiendo, fue perfecto.

Logan me ama.

Está enamorado de mí.

El único sueño que no había cumplido se acaba de volver realidad.

Un sueño que siempre lo he considerado imposible... está sucediendo. Logan Jones me ama.

Está jodidamente enamorado de mí.

Sé que no es el momento, pero mi corazón no deja de latir y bailar dentro de mi pecho con absoluta felicidad. Mis lágrimas caen, mezclándose con las suyas y muriendo en nuestros labios.

No sé si sigo llorando porque puedo sentir su dolor, o porque jamás me había sentido tan feliz en toda mi vida, no sé si mi corazón late como un loco porque sus palabras se siguen reproduciendo en mi mente, o porque verlo tan destrozado me mata. No sé muchas cosas, lo único que sé... lo único que me importa ahora es que Logan me ama tanto como yo lo amo a él.

Olvida la fama, la música, olvida todo. Logan Jones es mi jodido sueño. He soñado con su amor desde la primera vez que lo vi y... al fin me lo he ganado.

Él roza su lengua con la mía y no sé si el sonido que emito es un gemido o un sollozo, solo sé que quiero sentirlo más cerca. Solo quiero estar con él por el resto de mi vida.

Sus manos siguen en mi rostro y acaricia mis mejillas con sus pulgares. Nos separamos lentamente por la falta de aire y mantengo los ojos cerrados un momento, saboreando aun sus labios sobre los míos y sus palabras que se han quedado grabadas en mi corazón, como la tinta en mi piel.

—Dove... —murmura, limpiando una lágrima debajo de mis ojos—. Abre tus ojos, por favor.

Hago lo que me dice y siento un golpe en mi pecho al ver su sonrisa. Está sonriendo... en medio de su dolor. Está sonriendo por mí.

Lágrimas caen de mis ojos y su sonrisa se va borrando poco a poco mientras un sollozo sale de mí. Tomo sus muñecas, instando que mantenga sus manos en mis mejillas.

—Di algo, por favor —suplica, su voz suena rota todavía.

Respiro hondo, intentando mantener mis lágrimas a raya.

—¿Me... me amas? —pregunto y él sonríe, asintiendo.

—Lo hago.

—¿Desde cuándo?

—Desde la primera vez que te vi.

Aprieto mis labios entre sí porque no quiero romperme en llanto justo cuando él me está declarando su amor, pero esas siete palabras —sí, las conté—, se han quedado grabadas en mi corazón y en mi mente, como uno de los recuerdos más hermosos que he tenido en toda mi vida.

—¿En serio? —pregunto, con mi voz rota.

—Sí, Dove. Lo siento.

—¿Por qué?

Suspira, mirando a mis labios por un segundo antes de mirar nuevamente a mis ojos.

—Por haber tardado tanto tiempo en darme cuenta de lo mucho que te amaba... y también por tardarme en decirlo.

Sollozo y él limpia las lágrimas debajo de mis ojos. Me mira con adoración, aunque sé que el dolor no se ha ido del todo, ver tanto amor oculto en sus ojos me hace sentir mucho mejor.