09: Saliendo del closet

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Saliendo del closet
Lillie Torres

Saliendo del closet Lillie Torres

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Estaba escondida en el hospital. Si, prendía huir de aquí, soplarme de ahí, esfumarme de aquí, desaparecer como maga, pero afuera habían reporteros esperando noticias de Félix, estaban esperando a cualquier persona que supiera sobre él y su estado y acababa de ver una terrible escena en las noticias:

"Príncipe Felix sufre terrible accidente"

Y en algunas otras el titular es mucho más terrible.
Pero eso no me importaba, de hecho, habían peores cosas que debía solucionar como por ejemplo mis padres.
Mis padres me van a matar, seguramente ya estaban en busca de mi inocente alma.

¿Cómo podía decirle? Ey, mamá, acabo de tirar a Félix por las escaleras y ahora él está aprovechándose de aquel accidente, así que nos vamos a casar, ¿que te parece?

—Mierda —susurré muy asustada.

Pero la puerta se cerró y me levanté apresurada. Si era mi madre, saldría corriendo, si era mi padre lo convencería para que intermediara con mamá. Seguro que él si podía explicar la situación sin que sonara tan mal... dios, es que si que sonaba mal de cualquier boca.

—¿Mamá? —pregunté al no reconocer a la persona que entraba en medio de la oscuridad— ¿papá?

Y entonces cuando no obtuve respuesta, agarré una escoba y...

—¡Auch! ¿Lillie? —y esa voz definitivamente no era de mi madre, mucho menos de mi padre.

—¿Santiago? —pregunté encendiendo la luz del armario.

—¿Lillie? —preguntó el— ¿Lillie, eres tu?

Negué.

—No, por supuesto que no. Soy tu abuela.

Y Santiago soltó una pequeña risa.
Y yo sonreí.

—Lo siento, no pensé que podrías ser tu.

—Y la mejor manera de descubrir quien era, fue golpearme con el palo de la escoba.

—Pregunté y no hubo respuesta. Creí que era el conserje, entró hace unos minutos, pero lo eché.

Me encontró llorando a mares, estaba en un claro momento de vulnerabilidad, no podía permitir que estuviera el conserje de testigo.

—Oh. ¿Has echado al dueño de este armario?

Intenté ponerme en el lugar del conserje, ver a una mujer llorando con el rímel regado por el rostro. Que miedo.

—Oh, pobre señor, ahora entiendo porque salió huyendo... espera, no cambiemos el tema, ¿qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí?

—¡Yo pregunté primero!

—Así es, pero acabo de recibir un golpe, veo doble y quiero recuperarme un poco mientras proceso todo.

Mi exilio con la abuela 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora