26: La cena

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La cena
Lillie Torres

Había una caja, una caja con algo dentro en cualquier parte de este mundo, porque si, esa caja podía estar en cualquier lado, pero existía

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Había una caja, una caja con algo dentro en cualquier parte de este mundo, porque si, esa caja podía estar en cualquier lado, pero existía.

—¡Oh, mi querida estrellita del cielo! —Nicolás me interceptó.

Y yo casi pego un grito de susto. Me controlé porque me encontraba a la vista de algunos trabajadores. Sonreí obligada y mire a Nicolás.

—Si sabes que es malo andar por ahí asustando a las personas, más cuando se encuentran ocupadas.

Y Nicolás me siguió.

—Oh, ya veo —soltó dramáticamente— que me estás echando.

—No te estoy echando.

—Cito lo que has dicho hace medio segundo "es malo andar por ahí asustando a las personas, más cuando se encuentran ocupadas" ¡OCUPADAS, LILLIE!

Me detuve en medio pasillo.

—Bueno, es que estoy ocupada —admití— Lo estoy y lo he dicho.

—Lo has dicho para echarme, admítelo.

—Okey, lo admito.

Y entonces puso la mano sobre su pecho. Era muy dramático y con los años era mejor haciéndolo.

—Lillie, eres tan injusta con las personas que más te aman en esta vida —chilló— De verdad que Dios le da pan a los que no tienen dientes.

Y eso último me hizo reír.

—¿Que tratas de decir con ese dicho?

Se encogió de hombros.

—Lo escuché por ahí. Es curioso, ¿cierto?

Y seguí mi camino. Por un minuto se quedó atrás, pero retomó la marcha.

—Se que no has preguntado, pero he venido para hablar seriamente con mi gran mejor amiga...

—¿Debería preocuparme?

Negó.

—Por supuesto que no, simplemente venía para hacerte una cordial invitación a almorzar. Tú y yo... y un tema muy importante.

—No puedo.

Y abrió su boca, impactado con mi respuesta.

—Pero Lillie, es urgente, muy urgente.

—Ahora tengo cosas más urgentes por hacer, lo siento.

—Bien, pero cuando ya no esté no quiero que llores por mi, bruja —soltó.

Y entré a mi oficina cerrándole la puerta en la cara, ¿fui molesta? Posiblemente, pero ahora no era algo que importara tanto como en el potencial problema que se venía encima para la empresa.

Mi exilio con la abuela 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora