51: Intentarlo fallando

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Intentarlo fallando
Lillie Torres

Pasaron dos semanas, dos semanas en las que estuve yendo a terapia, al igual que el resto de la familia

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Pasaron dos semanas, dos semanas en las que estuve yendo a terapia, al igual que el resto de la familia. No es para pensar que estamos locos, simplemente un poco inestables.
Aquella tarde descubrí que mis padres fueron los que pidieron silencio a Santiago, ellos no querían que supiera nada porque me detendría y retrocedería, según ellos. Probablemente hubiera pasado, tal vez me hubiera quedado en el camino, me habría detenido, pero ahora trataba de sobrellevar todo lo que tenía encima. Sin embargo, había algo que no podía negar, que no podía ocultar o dejar de sentir:

Dolor y traición.

Esa primera semana caí fuertemente en una crisis emocional, fueron días en donde la depresión no me soltó. Días y noches en las que no podía parar de llorar al recordar a mi hermana.
Mi rutina en esos días se trataba en ir a terapia y después volver a casa de la abuela, en donde prácticamente me escondía del mundo, si, no estaba bien esconderse del mundo, pero solo necesitaba paz y estar sola.
No hablaba con nadie, ni siquiera con Candace o Pamela, estaba desconectada del mundo, de las redes sociales, de la empresa y todos sus problemas, estaba tomándome mi tiempo para entender todo y sanar por mi misma, creo que al menos me entendían así que nadie interrumpía mi encierro o decía algo de eso.
De esa forma pasaron días, semanas e incluso dos meses, después de dos meses decidí salir de mi habitación y dejar de esconderme del mundo. Fui vulnerable, fui dolor, pena y miseria durante muchos días, primero estaba molesta con todos, sentía furia porque me habían ocultado algo de Beth, algo tan importante y terrible, pero creo que al pasar los días, de las terapias logré comprender el porqué de esa decisión. Incluso la abuela se enteró ahora último, que fue cuando detuvieron a Anna, la mamá de Santiago. Que por cierto no quería ver ni en pintura, él y Nicolás callaron y a pesar de hacerlo por decisión de mi madre, me dolía, me dolía su silencio.

Estaba trabajando en mi salud mental, quería perdonarme, quería vivir en paz con la muerte de mi hermana, quería continuar con mi vida sin tanto dolor, hablar de mi hermana sin llorar, solo sonreír por los bellos momentos que me dejó. Quería continuar por mis padres, por mi familia, por mi, perdonar, pero el camino hacia el perdón aún estaba lejos.

—Que bueno que decidiste salir de esa horrenda y depresiva habitación —me felicitó Pamela.

Yo saqué media sonrisa. Nos sentamos y pedimos helado.

—Se que no debí hacerlo, pero le dije a Nicolás que estamos aquí —confesó mi prima.

Y fue cuando miré detrás de mi a Nicolás, él estaba parado esperando mi aprobación. Mire a Pamela y me levanté, negando, por supuesto.

—No quiero hablar con él —respondí— y no te pedí que lo trajeras.

Pamela se levantó seguido.

—Espera, Lillie —pidió tratando de calmarme— mira, se que hice mal, probablemente, pero solo quiero que ustedes vuelvan a ser los mismos insoportables de siempre, por mucho que me fastidie admitirlo se que quieres muchísimo a Nicolás, como si se tratara de un hermano y yo te quiero muchísimo a ti, como a una hermana y quiero que los dos estén bien, mierda, ¿pueden simplemente tratar de entender la situación del otro?

Mi exilio con la abuela 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora