Vivir
Lillie Torres
Todo había salido bien en el vuelo. El avión aterrizó antes de lo programado, aún así ya la noche había caído. Al recoger mi maleta y salir del aeropuerto me detuve para llamar a Candace. Fue un error, Candace había llegado hace unas horas y estaría muerta del cansancio o estaría ocupada succionando a mi amigo.
Hice una mueca al pensar en eso.—Bien, llamaré a papá —murmuré.
Llame tres veces al susodicho y no hubo respuesta, finalmente dejé un audio en el buzón de llamada.
—Hola, papi —hablé aguantando la emoción— ¿dónde estás? Bueno, no se que tanto tardes en escuchar este mensaje de voz, pero... he vuelto, estoy en el aeropuerto y nadie me contesta, ¿puedes creerlo? Es una sorpresa para mamá, por favor, no se lo digas y si escuchas este audio frente a ella, hazte el loco. Te amo y no sabes lo mucho que necesito abrazarte a ti y a mamá.
Envié el mensaje y me senté a esperar a que mi padre respondiera. Se suponía que podía esperar unos minutos, lo más difícil ya había pasado y no tenía mucha prisa. Bueno, si, anhelaba los abrazos familiares.
—¡Oh, Dios mío! —chillo una chica a mi lado—. Eres Lillie, ¿cierto? ¡Puedo tomarme una foto contigo, por favor!
Y no sabía de donde había salido esa chica, sin embargo, acepté y me tomé una foto, que pronto sería subida en las redes sociales.
—Muchas gracias, que tengas una buena noche.
Dios, tenía ya mucho tiempo esperando a que mi padre se dignara a devolverme la llamada. Revise mis contactos y empecé a tachar a los que no podían darme un aventón a casa:
La abuela imposible.
Peor Dorothea.
Pamela seguía en Paris.
Dani en Argentina.
Mami, no, ese contacto no podía saber que estaba aquí hasta que estuviera en la puerta de su casa.
Nicolás...Dudé, pero era el único que me podía ayudar.
—Lillie —saludó emocionado al segundo de timbrar.
—Nicolás, te puedo decir algo y júralo que no le vas a decir a nadie.
—¿Un secreto? Seré una tumba, lo prometo —bromeó.
—Estoy en el aeropuerto y no tengo quien me recoja, será que puedes venir por mi...
Y Nicolás empezó a reír.
—¿Que? ¿Es una broma? ¡Lillie, estas jugando conmigo!
—No, de verdad, te lo prometo —aseguré— estoy esperando a que mi padre responda, pero seguro ya está roncando en su cama. ¿Es mucho pedir tu ayuda después de que he sido muy mala amiga en todo este tiempo?
—Estaré ahí en diez minutos. ¡Ah, Lillie, eres insoportable! —dijo emocionado.
En efecto, Nicolás llegó en diez minutos. Salió del carro y corrió a mi. Llegó cansado y agitado.
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Mi exilio con la abuela 2
RomansaLillie está por cumplir sus dulces 21 años y con eso podrá administrar su fortuna heredada. Será que Lillie cambió? Estará lista para este nuevo papel en su vida? Podrá controlar algo imposible? Será capaz de soportar a su ex? Será posible que...