31: Peligrosa como el mar

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Peligrosa como el mar
Lillie Torres

Me dolía la cabeza del fuerte golpe que me propinaron los ladrones o lo que sea que fueran estos hombres

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Me dolía la cabeza del fuerte golpe que me propinaron los ladrones o lo que sea que fueran estos hombres.

Había despertado hace unos minutos y estaba callada y sin siquiera moverme, porque primero quería descubrir dónde estába y cómo podía salir de aquí.
Mis manos y mis pies estaban atados y mi boca tenía cinta.
Estaba amarrada en una silla, al igual que Camila, dicha mencionada en cuanto abrió los ojos empezó a gritar o al menos lo intentaba.
Yo intentaba hacerla callar, pero tampoco es que pudiera hablar bien con la cinta, así que mi objetivo era estar en silencio y planear la huida, pero Camila y sus griteríos llamaron la atención de los malhechores.

Entraron dos hombres, encapuchados.

—Cierren la boca.

Exigió el imbecil.

—La tenemos cerradas, idiota —hablé, pero ¿se habra entendido?

El otro se acercó y me arrancó la cinta de la boca. Me dolió, por supuesto.

—¡IDIOTA!

—¿Para que le quitas la cinta?

—Para que pueda hablar bien.

—¡No queremos que hable, por eso la tenía puesta en la boca, imbecil!

Y estaban peleando los dos malhechores, mientras yo me recuperaba del dolor en mis bigotes ya no existentes.
Camila balbuceaba en un frustrado intento de hablar.

—¿Quiénes son ustedes? —pregunté.

—¿Qué quieren de nosotras? —preguntó Camila al estar libre de la cinta.

—¿Que queremos de ti, Lillie? —preguntó el más idiota

Y yo estaba confundida y ofendida, al igual que Camila.

—¡Idiota, yo soy Lillie! —corregí.

—¡Y yo soy Camila!

Gritamos al mismo tiempo.

—¿Cómo? —preguntaron ambos.

—Esperen, ¿para que me buscan? —pregunté algo asustada.

—Entonces la rubia que necesitamos, no es ella —comentó uno de los hombres, el mas pequeño— sino ella.

Me señaló a mi y le saqué la lengua, claro que quería sacarle el dedo corazón, pero mis manos estaban atadas.

—¡Cómo se atreven a confundirme con ella! —exclamó Camila, indignada.

Todos la miramos.

—Pues tú eres rubia.

—Si, ¿desde cuando eres rubia? —pregunté yo.

Mi exilio con la abuela 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora