Capítulo 26: Ella está recordando

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El ruido era casi ensordecedor, las imágenes pasaban velozmente, como una hoja como una hoja siendo arrastrada por la corriente, Red se vio sacudida entre cada una de ellas, sin poder detenerse o siquiera detener las imágenes que se le avecinaban.

—Te conseguiré el dinero —la voz de su hermana sonaba asustada, Red podía jurar que nunca había escuchado a Sarah asustada antes. Por lo que le costó entender que había hecho que ese tono de voz apareciera en su hermana.

Luego gritos... sus manos cubiertas de sangre... Sarah tomando su brazo

—¿Qué has hecho? —una voz de hombre habló, no pudo verle el rostro, su mirada estaba fija en sus manos cubiertas de sangre.

Más ruidos... un grito desgarrador... ella y Sarah en un coche... su coche. Lo reconoció por la ridícula figura de un perrito que movía su cabeza ante el movimiento del coche.

Sarah lo odiaba, lo creía infantil, pero ella lo adoraba, fue el primer regalo que le había dado esta de verdad, porque le importaba.

—Esa perra no podía dejarlo —la voz de su hermana sonaba molesta, volviendo su mirada de la parte trasera del coche, comenzó a reír desquiciadamente.

Su visión volvió a la sangre manchando sus manos, mientras el temblor aumentaba.

«Respira» intento recordarse «no te olvides de respirar» pero el aire no entraba a sus pulmones, parecía que algo los estaba oprimiendo.

—Red... —la voz de Sarah sonando preocupada

Luego había agua, agua entrando por todos lados, llenando el coche. Grito hasta que su garganta se sintió en carne viva, pidiendo, suplicando por una ayuda que no llegaba.

Le comenzaba a doler la cabeza, solo quería dormir un rato, solo quería que el dolor se fuera...solo quería...

—¡Red! —el grito cambio, ya no era la voz de Sarah la que decía su nombre. Tardo un momento en reconocerla, mientras una sacudida la traía hacia la realidad.

En ese momento, abrió los ojos.

 

La mirada preocupada de su mejor amiga le devolvía la vista. Red respiró agitadamente, mientras su pecho se levantaba con largas inspiraciones que eran expulsadas con golpes secos.

A unos pasos, Nathan estaba mirándola también, su mirada era la misma que la de su amiga.

Su mente tardo un largo momento en entender donde estaba, y porque tanto Nathan como América se encontraban allí.

No fue hasta unos momentos después que logro entender que se encontraba en el apartamento de Nathan, y que lo que había pasado había sido solo una pesadilla.

—¿Red? —América pregunto, con voz vacilante.

«Estoy bien» tardo un momento en responder, principalmente por su falta de aire, y su mente aun confusa.

—Dios, me tenias preocupada —su amiga se lanzó a abrazarla, y Red se concentró en los reconfortantes brazos de América, mientras el resto de las pesadillas se iban disolviendo como hilos de telaraña en su mente.

El cabello de América olía a shampoo de flores silvestres, el cual ella misma hacía.

—¿Segura que estas bien? —Preguntó Nathan frunciendo el ceño— estabas gritando... como si te estuvieran torturando.

Había sido algo así, estaba segura de que esa "pesadilla" que había tenido, era en realidad un recuerdo de esa noche. Una suma de ellos, a decir verdad.

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