Capítulo 30: La Tempestad

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—¡Red! —la voz de América prácticamente la dejó sorda, mientras dejaba caer la maleta sobre la cama. Su amiga apareció segundos después, llevando unos cuantos libros en la mano—, no me entran en mi maleta ¿Queda espacio en la tuya?

Red suspiro, asintiendo. América había decidido irse de compras antes de partir, y prácticamente había arrasado toda una librería, ¿la razón?, Nate pagaba.

Su amiga camino hasta detenerse a su lado, y dejo los libros junto a la maleta, antes de volver a salir.

Volviendo a abrirla, comenzó a guardarlos, deteniéndose en los títulos por mera curiosidad.

El primer libro era de «Cazadores de Sombras: Princesa Mecánica », el siguiente «The Duff » y el último, un clásico: «La tempestad » de Shakespeare.

Red detuvo el libro en el aire, mientras veía la portada, una y otra vez. Algo en ella llamaba poderosamente su atención, pero mientras intentaba llegar a ese fragmento de recuerdo, este parecía alejarse más y más.

—Hey —Nathan entro en la habitación, con tres libros más en la mano—, América dice que si tienes aun más espacio.

Dejo los libros junto a ella, sonriendo.

—Sabes, creo que acabo de fundir mi tarjeta de crédito por esa chica —Nathan negó, antes de mirar a Red, sin percatarse de su ceño preocupado—, La tempestad ¿eh? Lo estudie en literatura una vez. O bueno, la profesora intento hacer que lo lea.

Red seguía sin prestarle del todo atención, concentrada más en ese recuerdo que no podía alcanzar, aun siendo consciente de la insistencia de Nathan.

—Recuerdo que hice que Blue me hiciera un resumen, la profesora casi me atrapa, he de admitir —continuo su amigo parloteando sin cesar—, y me pregunto cuál había sido mi fragmento favorito. Como no soy tonto, busque antes de entrar a clase alguna parte. La recuerdo aun... ¿cómo era?

Se quedo un momento en silencio, hasta que chasqueo los dedos

—Ah sí, «Esta isla está llena de ruidos" —finalmente le dijo— recuerdo que es dicha en una frase de Calibán , un personaje de la historia.

«Esta isla está llena de ruidos» Red repitió, mirándole. De repente, las piezas se unieron en su cerebro con un clic. Como cuando encuentras la pieza del puzzle que te faltaba para completarlo.

—No tengas miedo; la isla está llena de ruidos, sonidos y aires dulces, que dan deleite y no dañan —leyó Scarlet—. A veces, mil instrumentos vibrantes zumbaran sobre mis oídos, y a veces voces, que, si entonces he despertado tras un largo sueño, me harán dormir de nuevo: y entonces, en sueños, las nubes me parecerán que se abren y muestran riquezas listas para caer sobre mí...

Miro a sus hermanas

—Que cuando despierto, pido soñar de nuevo.

Red sonrió

—Me gusta, me gusta mucho ¿a ti Blake? —Red miro a su hermana, acostada en la cama y escribiendo en su diario.

Esta alzo la vista

—Soy más partidaria de otras historias de Shackespeare —se limitó a decir, sin despegar la vista de su diario.

Scarlet negó, aunque la sonrisa nunca abandono su rostro. Era la clase de expresión que una madre pone a un niño.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Red frunciendo el ceño—, pareces distraída.

—Escribo —fue su única respuesta.

Red de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora