Capítulo 9: La teoría de América

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Sus sueños eran un caos de imágenes sin sentido, que por más que lo intentara, no lograba darle forma alguna.

Veía a Blake, a unos centímetros de ella, el sol iluminaba su cabello mientras iban en el bus.

— ¡No puedo creer que me estés pidiendo esto! —Le grito Red mientras no despegaba la vista de la ventana —. ¿Sabes lo que dirán mamá y papá cuando se enteren?

Blake apoyo la cabeza contra el asiento y la miró.

—Bueno —Le dijo—. Yo no se lo diré si tú no haces.

— ¿Estas pidiéndome que les mienta? — Le miro sin poder creerlo. Blake podía ser muchas cosas, pero no una chantajista. — ¿Estas chantajeandome?

Su hermana apretó los labios en una sonrisa, parecía sumamente relajada. Como si eso fuera normal para ella, y sabía que así era, Blake podía ser la más dulce de las hermanas, como la perra más fría si lo quería.

Aparentemente había heredado el kit de "manipuladora" de su madre, la cual no dudaba en usar su cara bonita para lograr sus propósitos.

—No es mentir, mira, yo no diré sobre que planeas entrar en la universidad de Arte y tu no dirás nada sobre esta noche —levantó levemente un hombro—. Piénsalo, Red. Soy la favorita de nuestros padres, y si le dices algo, haré que parezca que estas mintiendo.

Red abrió la boca antes de cerrarla, indignada. Luego achico los ojos y no habló el resto del camino hasta la secundaria.

Una vez que frenó, ambas se bajaron y antes de entrar su hermana habló.

—Tick Tock Red, necesito una respuesta —le dijo Blake mientras sonreía.

Estaba segura de que ya la conocía, aun así no hacia más difícil decir las palabras. Se estaba poniendo de acuerdo en algo que sabia que traería consecuencias graves si sus padres se enteraban.

—Bien —mordió las palabras—. Pero si papá y mamá se enteran, me librare.

Sonriendo Blake asintió antes de darse vuelta y caminar hacia la secundaria, Red vio como todos se detenían a mirarla.

Los pantalones de jeans blancos y la blusa morada, atraían la atención de todos, un caro diseño que hablaba de cuanto dinero tenia, y de cómo era considerada por ese hecho, la reina de allí.

—Red —le grito América desde el otro sitio, Red se volteo a saludarla

— ¡Red! ¡Red! —la oyó gritar nuevamente, hasta que parpadeo, volviendo a la realidad.

Despertandose lentamente, abrió sus ojos hasta encontrarse con otros de color verde.

—Hace media hora te estoy gritando —le dijo América— llegamos tarde. ¿Recuerdas? ¿La reunión? ¿A la que no quería ir?

Red asintió, levantándose de golpe mientras se desenredaba de las sabanas que se amontonaban a sus pies.

El apartamento de Nathan era más grande de lo que había pensado, aunque en cierta forma era como lo había hecho.

Las paredes tenían discos de vinilo colgados en ella, en su paso hacia el baño vio una guitarra sobre el sofá, y una pizza que seguramente seria de ayer en la noche.

No sabia que habían hecho esa noche, enseguida que habían llegado le había preguntado a Nathan un lugar donde dormir. Estaba exhausta.

Comúnmente viajar en cualquier medio de transporte la dejaba agotada.

Red de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora