Capítulo 1: La pesadilla

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Red

La pesadilla siempre suele ser igual. Se encuentra en el coche, ella es la que conduce. Blake se encuentra a su lado, riendo, su cabello se sacude con el viento que entra por la ventana.

Parece feliz.

Pero luego, la imagen se desdibuja, la mirada de Blake se transforma en terror, y ve sus manos girar el volante. Luego todo sucede tan rápidamente.

El puente.

El agua entrando.

Blake mirándola aterrada.

Y la oscuridad... la oscuridad absoluta que se la traga hasta dejarla por completo en el mortorio silencio y en los consoladores brazos de la muerte.

Luego es cuando despierta.

Cuando abre los ojos, se queda viendo por horas el hecho de su habitación. Ha contado cientos de veces las estrellas falsas que pegó con su hermana cuando tenía 15. Hacerlo luego de cada pesadilla se había tornado una medida de control.

Había veinte.

Sabía que estaba despierta siempre que hubiera veinte. Hay veces en las que, cuando uno tiene pesadillas, le es difícil desligarse de ella. O al menos eso había dicho su psicóloga. Había veces incluso que sentía como si la misma la siguiera al plano real, y su pecho se agitaba ante la idea, el corazón comenzaba a palpitarle a una vertiginosa velocidad.

Luego de contarlas, es cuando se levanta. Se dirige al baño y se da una ducha, eliminando cualquier rastro que se quedara de la pesadilla.

Una parte de ella es aún reticente a soltar ese momento, a pesar de causarle un intenso terror, también es lo único que conserva de lo ocurrido aquella noche de verano.

Había despertado en el hospital dos días después, con los médicos diciendo que era un milagro que estuviese viva. Sea quien sea quien la hubiera sacado del agua, lo había hecho justo a tiempo.

Pero no lo suficiente para salvar a Blake.

En un comienzo no había entendido nada de lo ocurrido, la mirada de resentimiento de su madre, su padre, quien no se acercó a abrazarla como siempre hacía y Scarlet... Scarlet llorando desconsolada. Nunca la había visto llorar de esa manera, como si su corazón estuviera roto.

Ahí fue cuando supo que algo malo había sucedido, algo horrible, y no fue hasta que la policía vino y le dijeron que tendría un juicio por haber conducido bajo los efectos del alcohol y haber causado la muerte de su hermana, cuando entendió lo ocurrido.

Se había convertido en una asesina.

Su irresponsabilidad había matado a su hermana.

Durante el juicio que se hizo durante los días siguientes, la jueza había decidido que tendría una fianza y trabajo comunitario. Ninguna palabra había salido de sus labios, ninguna queja, ninguna pregunta.

Desde entonces, había tenido que vivir con el conocimiento de que no solo sus padres se odiaban, sino que nunca jamás volvería a ver a Blake.

Y que tampoco recordaría qué fue lo que sucedió esa noche en la que todo se derrumbó.

Salió de la habitación luego de cambiarse, colgándose su mochila al hombro, la misma era bastante pesada y contenía varias cosas, lo que hacía que tuviera esencial cuidado de que no terminase en el suelo.

Luego de terminar de acomodarla, se colocó una gorra sobre sus cabellos rubios, procurando que ningún rulo quedase frente a sus ojos.

Su cabello había crecido en los últimos meses, a pesar de que se lo había cortado, las desiguales ondas disparaban en todas las direcciones, haciendo imposible mantenerlas en control.

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