Capítulo 34: Forma y vacío

752 92 3
                                    

El hospital se encontraba en absoluto silencio, parecía que nadie estuviera allí. Al parecer suelen ser más movidos por la noche, pese a la creencia popular.

Blue se movió en su asiento, sintiendo su espalda crujir. Su cabello estaba todo despeinado, tenia ojeras bajo los ojos y llevaba la misma ropa que el día anterior.

Scarlet y Johnson habían desaparecido, preparando los últimos detalles para el plan, y por seguridad, él y Nathan se habían quedado allí, a pesar de que había policías junto a la habitación de América.

Miró a un lado, su hermano se encontraba con la cabeza apoyada contra la pared, la boca abierta y cada dos minutos soltaba un ronquido lo suficientemente fuerte para despertar a todo el ala del hospital.

Reprimió una sonrisa mientras se levantaba y se pasaba una mano por el cabello, no sabía qué hora era, parecía haber pasado un siglo desde que la había visto por última vez.

Aun así, podía todavía oler el olor de su cabello, sentir la suavidad de su piel en la yema de los dedos.

Le quería.

Nunca había querido a nadie de esa manera, y ahora, en esos momentos, parado solo en el pasillo del hospital mientras su hermano dormía a un lado. Se daba cuenta de que nunca querría a nadie de esa manera.

No era un chico que creyera en el amor a primera vista, ni siquiera en las historias del "felices para siempre". Pero Red... ella era diferente. Y no decía esa mierda de diferente que todo chico suele decir a toda chica que solo es un tanto diferente. O que no le gustan las mismas cosas que él.

No, Red era diferente, porque era una guerrera. No era perfecta, no era una cosa milagrosa o etérea.

Era una chica, una chica de carne y hueso. Una chica con sus defectos y con sus virtudes, una chica que aun a pesar de todo, mantuvo su sonrisa, siguió adelante.

Ella siempre continuó luchando, incluso cuando parecían no haber esperanzas suficientes, cuando todo parecía perdido.

Nunca dejó de buscar a su hermana, nunca dejó de intentarlo.

La quería, y en esos momentos, se dio cuenta de que quizás nunca volvería a verla.

Le aterraba la sola idea de que Chloe podría tener éxito en su maquiavélico plan. Si la perdía, el simplemente perdería la mente, dejaría de ser él.

Nunca podría serlo de nuevo.

¿Cómo puede una persona convertirse en tu todo en cuestión de semanas? ¿Y cómo puede ser ese todo, nada en cuestión de segundos?

No podía perderla. Porque no estaba preparado para decirle adiós.

No estaba listo para dejarla ir.

Incluso si ahora apareciera y le odiara, preferiría una eternidad con su odio, que una eternidad sin ella.

Caminó hasta la máquina expendedora, y coloco un billete, sacando una barrita de cereales.

Mientras la maldita cosa comenzaba a hacer su camino hacia la salida, su mente viajo nuevamente hacía Red. ¿Dónde estaba? ¿Estaba bien? ¿Chloe le había hecho daño?

¿Estaba viva?

—Hey... —se volteó enseguida, casi pegando un salto ante la voz que sonó a su lado.

Su hermano Nathan se apoyó contra la maquina, mientras se pasaba una mano por el cabello, un gesto que ambos parecían compartir de pequeños.

—¿Ha habido alguna novedad? —preguntó

Red de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora