Capítulo 36 (estreno)

539 68 19
                                    

Aria

    6 horas sin despegar el culo de la motocicleta más que para cargar combustible y ya me quiero pegar un tiro en la frente, tengo hambre, sueño y este condenado hombre no sé qué tipo de perfume usará pero me está intoxicando las neuronas desde el mismo momento en que me subí detrás suyo y parece haber descubierto el acelerador o los 600 caballos de fuerza de mi bebé porque no ha disminuido la velocidad ni por un segundo lo que me obliga a ir prendida de su cintura como un koala. Le diría que lo hace a propósito pero ya puedo escuchar lo que responderá y como de verdad esta vez estoy ofendida y decepcionada no voy a dirigirle la palabra o al menos no hablaré de lo que no esté relacionado con lo único que nos mantiene juntos en este momento.

    -Necesito que me sueltes por un segundo para ir al baño muñeca.- Su voz grave me saca de mis pensamientos y lo suelto de repente porque reaccioné de que nos detuvimos en una vieja gasolinera a las afueras de San Petersburgo y que me está mirando por encima de su hombro con una sonrisa arrogante dibujada en sus perfectos y malditos labios.

    Por un instante estuve tentada de sonreírle de vuelta, es que de verdad se veía adorable y con un brillo especial en sus ojos, pero fue solo un instante porque mi ceño se frunció automáticamente cuando se repitieron en mi mente sus palabras... ¿Muñeca?

    -¡No me llames muñeca!- le dije acomodando mi ropa cuando me bajo de la motocicleta y mientras me quitaba el casco le dediqué una mirada molesta cuando él me seguía mirando divertido.


    Por supuesto que no me quedé a ver como se divierte conmigo porque me dirigí hacia el shop a ver si hay algo para comer porque muero de hambre y parece que verlo de tan buen humor despierta aún más mi apetito.


    "¡Maldito sea! Desordena todos mis demonios cuando sonríe de esa manera..."


    Intentando volver a concentrar mi mente, comienzo a recorrer los pasillos de este abandonado y polvoriento lugar buscando algo que pueda ser comestible pero a medida que avanzo me convenzo de que será mejor sólo beber agua y buscar un mejor lugar. Está comenzando a anochecer, lo más seguro es que busquemos un lugar donde podamos cenar algo y descansar, aún no entiendo por qué insiste tanto en viajar hasta la costa de Vaasa si una vez que crucemos a Finlandia ya estaremos fuera de peligro, pero el señor super controlador insiste en hacer ese recorrido así que para evitar discutir le voy a seguir la corriente.

    -¿Sólo eso llevará...? Señorita.- El cajero comienza a hablarme con mucha simpatía y luego termina con un tono más cortante y no hace falta ser adivina para conocer la razón si además puedo sentir el calor de su cuerpo a mis espaldas.

    -Si, solo... ¡Achis! Perdón, ¿tiene pañuelos descartables?- le pregunto porque tanto polvo dando vueltas me ha hecho estornudar a mitad de mi frase pero no creo que se haya sentido ofendido porque me mira con una expresión de ternura como si le pareciera adorable mi estornudo.

    -Claro, aquí tiene. ¿Es alérgica?- Pregunta intrigado olvidándose por un momento de la mirada controladora de la bestia a mis espaldas.

    -Sólo soy alérgica a 3 cosas:..- comencé a decirle y presta especial atención mientras me cobra como si le estuviera por dar la receta de una fórmula secreta. -"A las mentiras, la hipocresía y a los doble cara." Que tenga un buen día.- le digo con una sonrisa antes de girar en dirección a la puerta y salir sin prestar atención al fuego que larga por sus ojos mi querido agente.

    Se tomó unos segundos al salir para poder controlar su mal genio pero de todas formas se nota que está hecho un demonio, sólo le falta echar humo por los orificios de su nariz. Y lo más sorprendente es que contrario a todo lo que pensé que me podía llegar a decir o hacer, simplemente pasó por mi lado y se montó en la motocicleta sin decirme nada. Es más, una vez se acomodó y la puso en marcha me tendió mi casco y sostuvo mi brazo para ayudarme a subir como si fuera un caballero.

El diario de NikholayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora