El diario de Nikholay

Capítulo 2

    Salgo de la oficina del jefe directo hacia la mía para recoger mis cosas. Pero a mitad de camino me encuentro con el insoportable de Luciano esperándome.

    -Ari...- Solo tuve que mirarlo para que se detenga, sabe que odio que me llame por mi nombre. No se lo permito a nadie de mi entorno de trabajo y no quiero escucharlo de él tampoco.

    -Te lo he repetido ya un millón de veces Luciano, que tú insistas en que te llame por tu nombre no significa que puedes hacer lo mismo conmigo. Para ti solo soy "Petrova" o simplemente "Detective". No te lo volveré a repetir.- le digo seria, y puede que suene un poco histérica, pero es que estoy cansada de decirle que no me gusta que me llame por mi nombre.

     Me he esforzado mucho por rechazar educadamente todos sus intentos de relacionarnos fuera del ámbito laboral, ya sea con excusas de trabajo fuera de horario o una invitación a cenar y todo con el fin de evitar conflictos, que le permitiera llamarme por mi nombre propio le dará motivos para hacer la relación de trabajo algo más personal y no quiero nada personal con él ni en esta vida ni en la siguiente. Tiene algo en sus ojos que no me gusta, porque a simple vista parece ese tipo de personas que se dejan influenciar por cualquiera y capaces de hacer cualquier cosa por otros, pero hay algo en su interior que me inquieta, cuando me mira fijo siento que oculta más de lo que aparenta y eso me mantiene alerta en cuanto a lo que a él se refiera.

     -Lo siento "fierecilla" no saques tus garras.- dice en tono burlón y eso es todo lo que sale de sus labios antes de que con un movimiento rápido lo tenga presionando su mejilla derecha contra la pared, con una de mis manos sosteniendo su muñeca casi en mitad de su espalda y el antebrazo que me queda libre presionando contra su nuca para mantenerlo inmóvil.

     -Te atreves a faltarme el respeto otra vez y lo que viste que le pasó al pajarito te parecerá una caricia a cómo quedarás tú.- le susurro en el oído con mi voz hostil demostrándole que hablo completamente en serio cuando lo estoy amenazando con hacerle daño.

     -Ya... Ya no se volverá a repetir...- dice y cuando le hago un poco más de presión en el cuello termina la frase. -Detective.- ahí es cuando lo suelto.

     -¿Ves que al final podemos entendernos perfectamente?- le digo con una sonrisa malvada en los labios y desaparezco dentro de mi oficina.

     ~Tal vez me pasé un poco, pero resulta que además de raro, es sumamente insoportable, engreído, se cree que necesito de su ayuda constantemente y que no sé cuidarme sola. Pretende ser el caballero de brillante armadura y lo odio, yo no soy la princesa en apuros que necesita que venga su príncipe azul a rescatarla de la torre, yo salgo sola y enfrento al dragón que me tiene prisionera, yo no espero que un beso me devuelva la vida, yo no me dejo matar en un principio, y tampoco pretendo que venga mi hada madrina a venderme un sueño que tiene fecha de caducidad, yo voy por mis sueños por mis propios medios.

     Así soy yo y nadie vendrá a cambiar mi personalidad, tampoco es que tenga tanta vida social pero no me quejo. Me dedico solo a mi trabajo y en mi tiempo libre hago lo que me da la gana y justo esta noche con el día que acabo de tener, lo que me apetece es salir a tomar una copa.~

     -Si, eso es lo que necesito.- me digo a mí misma y tomando mis cosas salgo de mi despacho directo al bar donde suelo ir cada vez que necesito calmar los demonios de mi cabeza.

     Estacionando mi coche en un antro a las afueras de la ciudad de Moscú, me bajo y entro sin siquiera reparar en la gente que está aquí, generalmente son almas desahuciadas que solo buscan lo mismo que yo, ahogar sus miserias en alcohol. Y es justamente por eso que me gusta venir a este lugar, porque no necesito producirme para que me permitan entrar, ni tengo que lidiar con casanovas que quieran una noche de sexo gratis. Aquí nadie se mete con nadie porque ya tienen suficiente con sus propios problemas como para buscar nuevos.