Capítulo 3 (diario)

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    Continué con el negocio y lo mejoré dedicándome a traficar y vender todo lo que tenga algún tipo de valor incluso negociaba con hombres que pagaban miles de dólares por un trozo de carne, alguna mujer exótica secuestrada de algún punto desconocido del planeta era lo que más dinero dejaba.

    Sin duda aunque ahora parezca desagradable, en ese momento era lo que más me gustaba traficar porque pasaban por mis manos y mi aprobación algunas de ellas para encontrar el mejor valor de mercado, y de vez en cuando me quedaba con una por un tiempo, por lo general no era más que un par de semanas porque nunca me enamoraba solo me obsesionaba y luego me aburría.

    Pero no podía estar más equivocado, porque años más tarde, me tocó enamorarme de una estrella especial, una estrella fugaz de esas que de repente pasan por tu vida, te iluminan, te atrapan, te ciegan, te llenan de momentos, de sonrisas y se van igual de rápido dejando una estela de recuerdos, lágrimas y la oscura soledad nuevamente.

    Todo ocurrió de un momento a otro cuando durante una revisión de mercadería fresca proveniente del norte del país que debía ser exportada a los Estados Unidos, mis ojos se encontraron con el rostro más hermoso y perfecto que había visto en mi vida, con una piel tan blanca como la nieve dejando en evidencia que el frío le había dado un color rosado a sus mejillas y la punta de su perfilada nariz. Pero sus labios eran otra historia, porque eran aún más rojos, terriblemente tentadores de lo carnosos y apetecibles que se veían.

    La recuerdo perfectamente, es como si estuviera reviviendo en este momento el mismo deseo que sentí de morder esa boquita. Y no fue hasta que estuve parado a solo un metro de ella, que me di cuenta de que no había dejado de mirarme en ningún momento, porque JODER, tenía los ojos más claros y hermosos que había visto en mi puta vida. Eran del mismo color del hielo, tan bellos y fríos como la misma expresión que llevaba en su rostro, que a diferencia del resto de las mujeres que esperaban para ser vendidas a quién sabe qué punto del planeta, era evidente que esta diosa de hielo no tenía miedo.

    Sólo estaba ahí, mirándome indiferente como si no fuera más que otro mortal caminando por el planeta y no pude evitar que mi polla se ponga como una barra de acero en respuesta a esa actitud desafiante, y más cuando me detuve a observarla en detalle, con su cabello tan negro y largo como la misma ropa que vestía, collar de cuero con arandelas como de perro y una vincha con orejas de gato a los lados se su cabeza.

    ¡Me volví completamente loco de deseo, porque incluso para volverse loco es necesario elegir a quien valga la locura, y ella valía jodidamente toda la locura del mundo!

    Cuando le pregunté su nombre, me dijo que no era nadie y que podía ponerle el nombre que quisiera ya que pasaría a ser de mi propiedad. Eso me hizo sentir más excitado aún, porque desde el primer momento ella ya sabía que me pertenecía solo a mi.

    Le puse de nombre Kisa (gatito en ruso) ya que al igual que yo, su cuerpo estaba cubierto de cicatrices y tatuajes que indicaban que ella estaba igual o más rota que yo.

    El sexo con ella es algo que nunca podría olvidar en mi vida, porque era fuego líquido lo que corría por sus venas, desde el mismo momento en que la saqué de esa fila de mujeres y la llevé hasta el primer rincón alejado de la mirada de los curiosos, que aunque ya sabían lo que le iba a hacer, esta vez era yo el que no deseaba que vieran a esa exquisita mujer desnuda y estaba en lo cierto al quererla solo para mí porque desde el momento que probé su cuerpo me hice completamente adicto.

    Sus orgasmos eran tanto o más deliciosos que la fruta más exótica del planeta, le gustaba que la torture, amordace, someta a mi voluntad todo el tiempo, y lo disfrutaba al máximo igual que yo.

El diario de NikholayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora