Capítulo 23

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     -Eso fue... Increíble.- susurré cerca de sus labios cuando los liberó de su apasionado beso. No me confundí cuando creí que era un hombre apasionado y ardiente en la cama, y no solo en la cama, en cualquier parte y posición este hombre te lleva a la luna ida y vuelta.

    -Sólo tú sabes sacar el lado más prohibido y oscuro que habita en mí.- dice antes de dejar un tierno beso en mis labios haciendo que me confunda más todavía, porque pasamos de estar enojados y querer matarnos el uno al otro a devorar nuestros cuerpos con una pasión y lujuria terribles para luego terminar con tiernos y dulces besos mientras me ayuda a vestir nuevamente.

    -Es que tu tienes ese "no sé qué", que me pone "no sabes cómo" pero que me gusta "no sabes cuánto..."- le digo sin pensar y lo tomé tan de sorpresa que comenzó a reír a carcajadas y no lo pude evitar, me quedé viéndolo como una boba.

    -Me gusta escucharte reír.- otra cosa que salió de mi boca sin ser filtrada por mi cerebro y esta vez generó que hasta yo misma me sorprenda.


    ~Creo que los orgasmos han logrado que mi cerebro deje de procesar la información que está permitida salir de mi boca y eso no puede traer nada bueno.~

    Y lo confirmé cuando dejó de reír y se me quedó viendo como si no creyera lo que acababa de escuchar, para ser sincera, ni yo me lo creo.

    -No debería gustarte nada de mí.- dice al cabo de unos minutos de silencio en donde no dejamos de mirarnos a los ojos.

    -Puedes intentar decirme que no debería comerme una torta si no quiero engordar, o que no debería consumir drogas si no quiero hacerme adicta y podría pasarme toda la noche dándote ejemplos de lo que puedes sugerirme que no debería hacer, pero no puedes decirme que no puedo decirte lo que cruza por mi cabeza. Yo soy de las personas que siempre dicen las cosas sin filtro; Te digo cuanto me gustas, cuanto te extraño y cuanto te quiero. Y si no te lo digo, pues no me gustas, ni te extraño, ni te quiero. Es así de simple.- le digo y parece que lo he dejado con más dudas que antes.

    -¿Qué más te gusta de mí?- pregunta de repente y tengo ganas de reír porque parece un adolescente nervioso por conocer mi respuesta.

    -Me gustan mucho, pero mucho tus ojos, son los más bellos que he visto en mi vida, incluyendo el lunar que tienes en tu párpado derecho hace que aún cuando duermes me dan unas terribles ganas de besarlo, también me calienta mucho tu cuerpo, tus fuertes brazos, tu espalda y ese trasero redondo es digno de un monumento...- a medida que voy describiendo cada cosa que me gusta de él, parece que le va gustando más lo que oye y me comienza a acechar como si se tratara de su próxima presa.

    -Aja... ¿Y qué más?- pregunta y me va arrinconando contra la pared.

    -Tu cintura, me gusta lo estrecha que es comparada con tu espalda y también me gustan tus fuertes y largas piernas...- sé qué es lo que quiere que le diga que me gusta porque lo veo reflejado en sus ojos, pero que pueda leer sus pensamientos no quiere decir que se lo deje fácil así que hice una pausa en mi relato para ver que me pida lo que quiere escuchar.

    -De mi polla, dime lo que te gusta de ella.- gruñe contra mi cuello.

    -Guau... Sí que estás interesado en saber toodo lo que me gusta de ti.- le digo casi en un gemido cuando siento sus dientes rozar mi cuello.

    -No todo, no necesito saber sobre tus sentimientos, sólo de lo que te produce mi cuerpo cuando está junto al tuyo.- dice casi en un susurro y esas palabras vuelven a ponerme en mi lugar.

    

...Cero sentimientos...


    -Bueno, tu polla es la más grande y deliciosa que me ha tocado probar, provoca placeres y despierta sensaciones que creí que jamás podría sentir y eso literalmente me vuela la cabeza, me encanta, me calienta y hace que el lado salvaje se apodere por completo de mi cuerpo cuando la siento en mi interior...- susurro cerca de su oído con mi voz más sensual haciendo que vuelva a perder el control y se abalance sobre mí estampando mi espalda contra la pared y reduciendo a nada el espacio que nos separa asegurándose de que sienta cada uno de los músculos de su cuerpo unido al mío.

El diario de NikholayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora