Capítulo 22

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  Aria

    ~Sinceramente comienzo a creer que algún tipo de droga tiene que tener ese hombre, porque nunca una boca me había hecho volver tantas veces por un beso...~


    Pero necesito tomar distancia si lo que quiero es finalmente poder liberarlo de mí y no lo lograré si me lo sigo comiendo a besos cada vez que lo tengo cerca. ¡Joder! Pero es difícil cuando el deseo nos domina, si tuve que hacer un verdadero esfuerzo por detenerme cuando me di cuenta de que lo que iba a ser un simple beso, se había vuelto tan caliente que estaba quitándole la sudadera y arañando su pecho como una verdadera gata salvaje y si no hubiera sido por el gruñido que soltó en mi garganta no habría reaccionado nunca de lo que estaba haciendo.

    "-Lo siento, me haces perder el control.-" fue todo lo que le dije y me levanté dejándolo en el suelo, con la ropa desacomodada, una terrible erección en sus pantalones, esposado y confundido.

    No lo pensé y me alejé lo más que pude dentro de esta maldita lata que nos tiene presos. Descubrí un tipo de depósito/almacén en la parte trasera del búnker donde encontré el lugar perfecto para ponerme a limpiar mi arma.

    ~No soy solo una simple policía con un título extra como dice el importante agente de la CIA, soy mucho más que eso, antes de ser detective serví a mi país como soldado y me hice experta en armas, sobre todo en fusiles de alto calibre ya que era francotiradora. Descubrí que era buena mientras estudiaba en la academia de policía. Recuerdo que en el campo de tiro, un día mi instructor nos puso a prueba y a pesar de nunca haber disparado un fusil antes, obtuve un sobresaliente acertando a un blanco de más de 100 mts siendo éste el límite de alcance de los fusiles policiales. Así que ese fue mi trabajo durante un corto período de tiempo ya que cuando el coronel de la armada rusa se enteró de que una joven egresada de la academia era una de las mejores francotiradores de la policía, me reclutó para una misión en Irak apoyando a la armada Estadounidense. Fui, hice mi trabajo y luego me retiré, no quería pasar el resto de mi vida asesinando a niños y mujeres terroristas portadores de bombas en una guerra que no era mía, prefería hacer mi trabajo desde otro punto y encontrar la verdadera justicia para los que realmente eran culpables más allá de que necesitaba encontrar a Malkov y no lo iba a lograr en medio de una guerra de poder.
    Intentaron convencerme de que era buena y debía continuar, pero yo ya tenía mi propia misión así que no pudieron hacer nada contra eso.
    Sin embargo mi amor y pasión por las armas siguió intacta, de hecho en mi casa tengo mi propio rincón de armas con la cantidad suficiente como para un equipo completo.~


    -Si no te concentras en lo que estás haciendo eso ya no servirá ni para que juegue un niño.- la grave y molesta voz del agente llega a mí para interrumpir mis pensamientos.

    -Admiro tu capacidad para quitarte un par de esposas amarradas a tu espalda, pero no creo que puedas superarme armando y desarmando un arma. Te ganaría incluso con los ojos cerrados.- le digo y lo miro en el momento justo para ver cómo sus ojos brillan haciendo que ese color particular de sus iris adquieran un tono más claro para que parezcan celestes cuando se enfrenta a un desafío.

    -¿Pues entonces qué esperas? Primero las damas.- dice y se para a mis espaldas para cubrir mis ojos con el mismo paño que yo estaba usando para limpiarla.

    -Quiero que enciendas el cronómetro y que lo dejes cerca de mi oído, no confío mucho en los hombres cuando una mujer los desafía. Y mucho menos cuando saben que van a perder.- le digo casi sin poder contener la sonrisa en mis labios.

    -No sería capaz de hacerte trampa muñeca, pero para que no te queden dudas me quedaré justo a tu lado para también comprobar que no me hagas trampa tú a mí.- dice con sus labios pegados a mi oído haciendo que su aliento roce suavemente mi piel y un escalofrío recorra mi cuerpo.

El diario de NikholayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora