Capítulo 3 (Pág 9)

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Pov. Gilbert

Por fin habíamos llegado a Trinidad, estaba con Bash sentado en un bar

- Valla, ver el mundo, probar cosas nuevas ¿Qué puede ser mejor?

- El oro, una chica te dice que puede haber oro en tus tierras y tu paleas carbón.

- Ella me dijo que no se fiaba.

- ¿Y vas a confiar en una niña? Mejor compruébalo, vuelve.

- Yo... Ella es muy lista, sabe lo que dice, y si dice que no hay oro, no hay oro – le dije.

- Estas loco. Si tuviera a alguien en casa, con oro o sin él, no dudaría en volver.

- No es así con Cassie. Solo es una amiga.

*Vuelve a decir eso, pero esta vez sin que te duela.

- Ya, una que te hace sonreír y hacer el tonto – yo sonreí ante aquella respuesta. En cierto modo tenía razón – Se un hombre.

- Lo soy.

- Solo un crío no admitiría que está enamorado.

- ¿Un crío miraría al peligro a los ojos y se lo tragaría? – sin pensármelo dos veces me bebí de un trago lo que había en el vaso de Bash. Y vaya... sí que estaba fuerte.

Sin poder aguantarme salí del local y vomité justo a un lado.

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- Date prisa enviando esa carta de amor – dijo Bash

- No es una carta de amor – le aclare.

- ¿Es una carta?

- Si.

- ¿Es para una chica?

- Si.

- ¿Una chica que te gusta?

- Bueno... Yo.

- Es una carta de amor.

- Que no – me queje.

Entramos en correos y envié mi carta a Cassie.

- ¿Cuánto tardará en llegarle tu carta de amor? – pregunto el mayor cuando estábamos en uno de los barrios negros de Trinidad.

- Que no es una carta de amor – insistí – quizá unas semanas.

Épocas adelantada 2 [Anne with an e]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora