Página 12

191 17 0
                                    

Yo no pude evitar reírme un poco, aunque por supuesto no en alto.

- Rollings – le llamo la atención Josephine por utilizar un tono condescendiente.

- Bueno, se parece – se intentó excusar el Señor Barry por su despiste.

- Tal vez estas algo agotado, querido. Deberías dejar eso – intervino la señora Barry para que el posase la copa de alcohol que estaba tomando.

- Es medicinal.

El hombre se levantó del sillón y junto a su esposa y su hija menor se despidieron para ir a dormir.

- Pues yo creo, que lo del oro es una sandez – dijo la Josephine cuando ya se retiraron los tres y solo quedábamos nosotras cuatro y Rollings en la sala.

- Opino lo mismo – concorde con ella.

- Aun que espero estar equivocada.

- ¿Por qué lo dice? – curioseo Anne.

- Todo esto me recuerda a otro pueblo que también sufrió la fiebre del oro.

- ¿En la Isla del Príncipe Eduardo? – pregunto esta vez Diana.

- Si, en el norte, Cape Wolfe. Hará una década creo, no recuerdo los detalles, pero sí que hubo un gran revuelo.

- ¿Qué ocurrió? – cuestione.

- Nada. Fue un fracaso – me respondió.

- ¿Se lo ha dicho a padre?

- Nunca ha aceptado mis consejos respecto a nada – dijo fastidiada – Según recuerdo, esta historia se cubrió por Island r. Artículos sobre el oro y sobre la falta de este. Aquello duro semanas. Un gran fiasco.

- Padre está convencido. Dice que es una gran posibilidad.

- Seguro que ha hecho su debido tramite.

Después de esta charla, las dos chicas se fueron a la dormir, pero yo me quede sentada en el sillón, continuando con mi libro.

- ¿Tú no vas querida? – me preguntó Josephine al ver que yo no me movía del sillón.

- No, el libro está bastante interesante y si me voy con ellas no me dejaran concentrarme en la lectura – me excuse.

- ¿Quieres saber a quién le escribió la carta tu amiga?

- Ella no quiere que yo lo sepa, asique no violare su intimidad.

- Esta bien – acepto.

Ambas quedamos en silencio y yo levante la mirada de mi libro un momento.

- ¿A quién?

- A ese chico pelinegro que se fue.

Yo me quede paralizada. No me lo podía creer.

- Por todo ese asunto del oro.

¿Por el oro? Yo ya le había escrito por el oro. ¿Por qué lo volvió a hacer ella? ¿A caso es por qué no confiara en que se la hubiera mandado?

Cerré el libro y me levanté del sillón, para dirigirme a la habitación, no sin antes despedirme de Josephine.

- ¿Le vas a mandar una carta a Gilbert sobre lo del oro? – le pregunte nada más entrar a la habitación.

Las dos chicas se me quedaron mirando, una sorprendida y la otra nerviosa.

- Emmm...

- Te dije que ya lo había hecho yo.

- Es que no te respondía y temía que no le hubiera llegado o que la ignorara porque...

Épocas adelantada 2 [Anne with an e]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora