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- Pues que no vuelva, no la echaremos de menos – río ella.

Me alegro mucho que se encontrará mejor.

Estuvimos hablando un rato y les conté lo que sucedió en la escuela.

- Mamá, ¿Tú con quien diste tu primer beso? – pregunte.

- Pues, por suerte no con tu padre – río un poco – Era un chico encantador, de mí misma edad. Sus padres eran amigos de los mío y además vivían al lado nuestro. Se llamaba Tomas Ruiz, pero todo el mundo le llamaba Tommy, era un muchacho encantador – dijo con nostalgia – De pequeños nos llevábamos algo mal, a medida que fuimos creciendo ese sentimiento evoluciono, empezamos a coquetear, pero creo que ambos pensábamos que para el otro eran simples bromas – Theo y yo escuchábamos atentamente cada palabra – Un día vino a visitarme a casa, mis padres no estaban y le invite a entrar. Estuvimos hablando y jugando un rato, hasta que decidimos ver quien aguantaba la mirada más rato, una cosa llego a la otra y acabamos besándonos. Estuvimos un tiempo así, llevando lo nuestro a escondidas, éramos muy felices el uno con el otro. Realmente nos queríamos y me gustaría pensar que, de no ser porque se tuvieron que mudar, ahora seguiríamos juntos.

- Qué bonito – dijimos ambos a la vez.

- ¿Y no sabes nada de él? – pregunto el chico.

- No. Cuando se fue solo me escribió una carta.

- ¿Qué ponía? – esta vez pregunte yo.

- Me decía que, él me amaba y que quería estar conmigo, pero la distancia era muy grande y que nuestra relación no podría funcionar de esa manera, que, por mucha tristeza que le diera, lo nuestro debía terminar. – dijo apenada.

- ¿Le respondiste?

- Si, pero nunca me escribió nada más.

Todos nos quedamos callados tras escuchar esa desdichada historia de amor.

- ¿Sabes a donde se fue?

- A Portugal, o eso creo.

- Tal vez podríamos encontrarle. Tal vez volviera al pueblo – dije yo esperanzada.

- Me hubiera enterado.

- Pero, papá apenas nos dejaba relacionarnos con os demás, a lo mejor volvió, pero nunca pudiste enterarte. Podemos escribirle a la tía Marta preguntándole por él – idee.

- Podríamos probar – dijo mi madre con algo de ilusión, hasta que empezó a toser.

- Mejor vamos ya a la cama, ya has explorado la casa. Más tarde le escribiremos la carta y mañana por la mañana se la enviare.

Tras decir eso acompañe a mi madre hasta su habitación y la tumbe en la cama, nada más hacer ese acto paro de toser.

Épocas adelantada 2 [Anne with an e]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora