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Narra Lydia

Mamá había regresado primero del trabajo, ninguna de las dos habíamos dicho algo. Ella estaba sirviendose de cenar, mientras yo me dedicaba a ver la televisión, ignorando la presencia de ella.

- Donde esta henry? - preguntó mi madre, mientras caminaba por el suelo de madera, el cual crujia gracias a sus tacones.
Intente desviar su pregunta. - No seas ridicula, y responde mi pregunta. - dijo casi en un tono las molesto de lo habitual.
Me gire para observarla.

- No lo se, camila. - dije molesta, ella coloco ambas de sus manos sobre sus caderas mirandome mal, para que al poco rato largara una risa.

- Ahora qué? Me hablaras como se te pega la gana? No seas ridicula niña, no tienes doce años, madura. - mi madre se dio la media vuelta y siguió haciendo en lo que estaba.

- Por que me tratas asi? Se qué no me quieres, pero no fue suficiente con lo del otro dia? - la mire, escuche unas risas por su parte. Dejo un tenedor sobre la mesa y se volteó para verme.

- lamentablemente no fue suficiente, me encanta escucharte maldecirme...como música para mis oidos - bromeo esa mujer.

Yo la observe mal, conteniendo mis lagrimas, nisiquiera a punto de morir se preocuparia por mi.

- Intente suicidarme. - hable de manera fria, mi mamá fingió estar seria y de nuevo comenzó a reir.

La observe sin entender nada.

- Y qué te detuvo? No creo que hayan muchas cosas por las que seguir viva...sabes que tu madre no te quiere, y de paso. Si tu padre le importaras mucho ya te hubiese llamado...o buscado por lo menos. -

- sabe la dirección, asi que no dudo que venga - hable decidida. - No te interesa ni un gramo, o al menos lastima de que me haya intentado suicidar por tu culpa?

Mi madre se acercó un poco mas a mi rostro y sonrió.

- No. - senti como una lágrima caia sobre mis mejillas, y la retiré bruscamente. - Ya puedes ir a llorar a tu habitación...

No respondí a lo ultimo, y sali casi corriendo escaleras arriba para ir a mi habitación.
Me recosté en mi cama, y abracé mi almohada como medida de apoyo.

En este momento necesitaba de tate, era el único que me hacía sentir bien, varias lágrimas empapaban mi almohada, mientras yo las retiraba bruscamente.

- Te pasó algo? - escuche su voz, y sentí como me tranquilice en segundos...sabia que no podia mantenerme alejada de el.
No respondí, no quería hablar de ello. Note que de sus ojos brotaban lágrimas, estaban rojos, como si estuviese llorando por un gran rato. Y no dude en sentirme culpable. - Algo ha cambiado en ti...hacía mi. Estás distante, fría...- siguió hablando, mientras surnío su nariz. Debía estar muy triste por mi culpa, y eso me hizo sentir peor. - No se lo que he hecho, te dejaré en paz a partir de ahora...

Mi corazón quería estallar por la magnitud de velocidad con la que latía, si lo que ahora no quería, era perderlo a el. Mis lágrimas comenzaron a caer a medida de que tate seguía hablando.

- Si eso es lo que quieres. ¿Sabes por qué te dejaría en paz? Por que me importan tus sentimientos mas que los míos. - tate estaba sonando realmente sincero, y nunca me había sentido de esa forma por alguien. - Te amo...Lo dije. - sonrió aún con las lágrimas inundando su rostro. - No solo en una pizarra. - Sin duda alguna, yo también lo amo, y no me importaba de que manera lo dijera, solo que lo demostrara. - Nunca dejaria que nada o nadie te lastimará, mucho menos la perra de tu mamá...lo siento. - sonrio por lo último, yo sonreí leve retirando mis lagrima. - Nunca me he sentido asi por nadie...

Se quedó en silencio asi que supuse que era lo que quería decir.
Quite la almohada que tenía abrazando, y le di unas palmadas al sitió libre en mi cama.

- Ven aquí...- dije sonriendole debil, tate caminó hasta mi cama, y se acosto, observando a la pared y dandome la espalda, yo lo abracé y el me tomó del brazo acariciandolo, mientras hundía su cabeza. - Te amo...- Dije casi en susurro.
Tate volvió a surniar su nariz y asintió.

- Yo estoy cansado...

Su voz se escuchaba quebrada, y lo abracé con fuerza.

- Yo también...- dije dejando caer varias lagrimas de mi rostro, para despues hundir mi cabeza en su espalda.

Asi nos quedamos un buen rato, hasta que supongo que ambos nos quedamos muy dormidos, no necesitaba estar en otro lado, o esperar el amor de mi madre, cuando tenía el de tate, el cual me bastaba y me sobraba, nunca nadie se había preocupado de esa manera por mi, hasta el grado de querer alejarme para que yo me sienta mejor. Pero la unica manera en la que me sienta mejor, era estando a su lado.

Ya estaba decidido que no le mencionaría nada sobre aquel tiroteó.

Evergreen - Tate Langdon (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora