𝔼𝕤𝕡𝕖𝕛𝕠 𝕕𝕖 𝕆𝕖𝕤𝕖𝕕

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~𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐇𝐞𝐚𝐯𝐞𝐧~

No había celebrado en mi vida una comida de Navidad como aquélla.

Un centenar de pavos asados, montañas de patatas cocidas y asadas, soperas llenas de guisantes con mantequilla, recipientes de plata con una grasa riquísima y salsa de moras, y muchos huevos sorpresa esparcidos por todas las mesas.

Estos fantásticos huevos no tenían nada que ver con los flojos artículos de los muggles, que Dudley habitualmente compraba, ni con juguetitos de plástico ni gorritos de papel.

Tiré uno al suelo y no sólo hizo ¡pum!, sino que estalló como un cañonazo y nos envolvió en una nube azul, mientras del interior salían una gorra de contraalmirante y varios ratones blancos, vivos.

En la mesa de los profesores, Dumbledore había reemplazado su sombrero cónico de mago por un bonete floreado, y se reía de un chiste del profesor Flitwick.

A los pavos les siguieron los pudines de Navidad, flameantes.

Percy casi se rompió un diente al morder un sickle de plata que estaba en el trozo que le tocó.

Observaba a Hagrid, que cada vez se ponía más rojo y bebía más vino, hasta que finalmente besó a la profesora McGonagall en la mejilla y, para mí sorpresa, ella se ruborizó y rió, con el sombrero medio torcido.

Cuando finalmente me levanté de la mesa, estaba cargada de cosas de las sorpresas navideñas, y que incluían globos luminosos que no estallaban, un par de libros y una esfera que todavía no sabía que hacía.

Los ratones blancos habían desaparecido, y tuvo el horrible presentimiento de que iban a terminar siendo la cena de Navidad de la Señora Norris.

Pasé una velada muy divertida con mis hermanos y los Weasley, que terminó con una batalla de bolas de nieve en el.parque.

Más tarde, helados, húmedos y jadeantes, regresamos a la sala común de Gryffindor para sentarnos al lado del fuego.

Allí Harry estrenó su nuevo ajedrez y perdió espectacularmente con Ronald.

Pero sospechaba que no habría perdido de aquella manera si Percy no hubiera tratado de ayudarlo tanto.

Después de un té con bocadillos de pavo, buñuelos, bizcocho borracho y pastel de Navidad, me sentía tan harta y soñolienta que no podía hacer otra cosa que irme a la cama; no obstante, permanecí sentada y observé a Percy, que perseguía a Fred y George por toda la torre Gryffindor porque le habían robado su insignia de prefecto.

Sin que su hermano mayor se diera cuenta George me lanzo la insignia.

De no ser por Hannah que me la arrebató de las manos y la ocultó se la hubiera dado a Percy.

Continuaron corriendo alrededor de la sala común, hasta que salieron de ella subiendo por las escaleras de los chicos y cinco minutos después bajaron por ellas. Habían subido tres y sólo bajaron dos. 

—¿Y Percy?—les preguntó Ronald.

—Lo encerramos en una habitación.—declaró Fred con una sonrisa divertida.

—No va a poder salir hasta que alguien le abra—añadió George, mostrándonos la varita mágica de Percy—. Se la quitamos sin que se diera cuenta. Heaven, podrías regresarme la insignia.—Me pidió el pelirrojo con una sonrisa, sentándose sobre la mesita que había enfrente del sillón donde estaba sentada.

—Yo lo tengo—declaró Hannah, sacando la insignia del bolsillo de su sudadera—. Lyra, no sabe jugar esa clase de juegos.— 

—Bueno, es que a mí no me gustaría que me hicieran eso…—murmuré, mientras abría mi cuaderno de dibujo y sacaba un lápiz del bolsillo de mi chamarra.

𝓗𝓮𝓪𝓿𝓮𝓷 𝓟𝓸𝓽𝓽𝓮𝓻 (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora