~𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐇𝐞𝐚𝐯𝐞𝐧~
Los tres Dudley ya se encontraban sentados en la mesa cuando Hanna, Harry y yo llegamos a la cocina.
Ninguno de ellos levantó la vista cuando entramos y nos sentamos.
El rostro de tío Vernon, grande y colorado, estaba oculto detrás de un periódico sensacionalista, y tía Petunia cortaba en cuatro trozos una toronja, con los labios fruncidos contra sus dientes de conejo.
Dudley parecía furioso, y daba la sensación de que ocupaba más espacio del habitual, que ya es decir, porque él siempre abarcaba un lado entero de la mesa cuadrada.
Cuando tía Petunia le puso en el plato uno de los trazos de toronja sin azúcar con un temeroso «Aquí tienes, Dudley, cariñin», él lo miró ceñudo.
Su vida se había vuelto bastante más desagradable desde que había llegado con el informe escolar de fin de curso.
Como de costumbre, tío Vernon y tía Petunia habían logrado encontrar disculpas para las malas notas de su hijo, tía Petunia insistía siempre en que Dudley era un muchacho de gran talento incomprendido por sus profesores, en tanto que tío Vernon aseguraba que no quería «tener por hijo a uno de esos mariquita empollones».
Tampoco dieron mucha importancia a las acusaciones de que su hijo tenía un comportamiento violento.
(«¡Es un niño un poco inquieto, pero no le haría daño a una mosca!», dijo tía Petunia con lágrimas en los ojos.)
Pero al final del informe había unos bien medidos comentarios de la enfermería del colegio que ni siquiera tío Vernon y tía Petunia pudieron soslayar.
Daba igual que tía Petunia lloriqueara diciendo que Dudley era de complexión recia, que su peso era en realidad el propio de un niñito saludable, y que estaba en edad de crecer y necesitaba comer bien.
El caso era que los que suministraban los uniformes ya no tenían pantalones de su tamaño.
La enfermera del colegio había visto lo que los ojos de tía Petunia (tan agudos cuando se trataba de descubrir marcas de dedos en las brillantes paredes de su casa o de espiar las idas y venidas de los vecinos) sencillamente se negaban a ver, que, muy lejos de necesitar un refuerzo nutritivo, Dudley había alcanzado ya el tamaño y peso de una ballena asesina joven.
Y de esa manera, después de muchas rabietas y discusiones que hicieron temblar el suelo de nuestro dormitorio y de muchas lágrimas derramadas por tía Petunia, dio comienzo el nuevo régimen de comidas.
Habían pegado a la puerta del frigorífico la dieta enviada por la enfermera del colegio Smeltings y el frigorífico mismo había sido vaciado de las cosas favoritas de Dudley (bebidas gaseosas, pasteles, tabletas de chocolate y hamburguesas) y llenando en su lugar con fruta y verdura y todo aquello que tio Vernon llamaba «comida de conejo».
Para que Dudley no lo llevara tan mal, tía Petunia había insistido en que todos siguiéramos el régimen.
Como si Hanna, Harry y yo nos pudiéramos permitir estar mucho más delgados.
En aquel momento me sirvió un trozo de toronja que era mucho más pequeño que el de Dudley e incluso que los de Hanna y Harry.
A juzgar por las apariencias, tía Petunia pensaba que la mejor manera de levantar la moral a Dudley era asegurarse de que, por lo menos, podía comer más que mis hermanos y que yo.
Pero tía Petunia no sabía lo que se ocultaba baja la tabla suelta del piso de arriba.
No tenía idea de que mis hermanos y yo no estábamos siguiendo el régimen.
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𝓗𝓮𝓪𝓿𝓮𝓷 𝓟𝓸𝓽𝓽𝓮𝓻 (Draco Malfoy)
Fiksi PenggemarLa niña nacerá en el minuto en que las constelaciones de Draco y Lyra en el cielo estarán, pero junto a ellos la marca tenebrosa aparecerá, a la niña dos destinos la esperarán. Uno junto al dragón que la cuidara, su eterno amor y su lealtad le dará...