Capítulo 4.

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Sofía Monterubio.

Las semanas de clases que han transcurrido han sido una de las mejores que he tenido en años y la verdad es que nunca pensé que me adaptaría tan fácil a esta rutina, me llevo bien con la mayoría de mis compañeros los cuales aparentemente se ven que son muy buenas personas.

Estas semanas he tratado mucho más a Alex que a cualquier otra persona, incluso, podría decirse que es mi fiel compañero de desgracias universitarias.

El rubio es un gran chico y me ha demostrado que tiene unos sentimientos muy hermosos, bueno, al menos conmigo, porque la verdad es que lo he visto bastante esquivo con las demás chicas que se le acercan para entablar una conversación con él y creo que en una de esas ocasiones lo escuché decirle a una de nuestras compañeras que sus intereses jamás estarían puestos en ella.

¿Debería alagarme por ser la única privilegiada de su trato tan afectuoso?

¿O emocionarme por sentirme exclusiva?

Definitivamente lo último no sería lo más adecuado.

Definitivamente ilusionarme solo porque alguien es amable conmigo no es una opción, tengo que proteger mi corazón.

Una persona "amable" no te coquetea indirectamente.

Ladeé mi cabeza y me concentré en adelantar mi tarea, escuchar a mi conciencia tampoco es una opción y prefiero mil veces prestarle atención a un maldito libro de cálculo que a ella.

El día de hoy no tuvimos clases porque fueron canceladas ya que habría una reunión de profesores y los muy hijos de la gran muralla nos mandaron una avalancha de tarea como si no quisieran que socializáramos las próximas dos décadas.

¡Ánimo soldado!

Mi celular timbra como loco e interrumpe por completo mi concentración, así que dejé el libro de calculo a un lado y decido contestar con una sonrisa al leer el nombre de mi mejor amigo en la pantalla, no había vuelto a saber más de él desde día que me envió aquel meme.

—¡DIEGOOOO! —exclamé contenta— ¿dónde andabas metido? te pierdes horrible, siento que me olvidaste.

Él ríe suavemente ante mi dramatismo.

—Sofí, querida, tienes que entenderme, ando recorriendo el mundo y andando de fiesta en fiesta, okey no, okey no. ¡TENGO MÁS TAREA QUE VIDAAA!... No te olvidé porque quise, ¡lo juro!, me hace falta verte y salir contigo para que Liam se cabree y no sabes cuánto quiero ir a una fiesta, me hace falta ir a una, lo necesito ¡Maldita sea! —chilla con dramatismo.

No pude evitar burlarme de él.

—Bájale tres a tu drama lord drama boy, por lo visto la carrera de médico veterinario te absorbió.

—Mi amor, que te quede claro solo una cosa —enarca una ceja de forma seductora—. Siempre dramático, nunca indramático —sube y baja las cejas luego de decir aquello—. Y sí, esa carrera que me apasiona tanto me deja sin vida social, hoy tuve un pequeño golpe de suerte y ya no estoy tan ocupado, por eso aproveché para hablar con Blanca y contigo porque no me gusta tener a las dos chicas de mi vida totalmente abandonadas, quizás dentro de un rato siga con mi tortura llamada tarea para terminarla y poder cantar a todo pulmón esa canción de Elsa —se aclara la garganta—. ¡LIBRE SOY, LIBRE SOY. NO PUEDO OCULTARLO MÁÁÁÁÁÁS!

Me reí a carcajadas ante el mal coro que hizo y hablamos un poco para ponernos al corriente.

—Cuentame, ¿qué harás hoy?

—Ummm... pues en la noche iré a una fiesta que organizaron los de la universidad por el inicio de clases y esas paranoias.

Apuesto mi herencia a que grita.

Camino a la felicidad (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora