Capítulo 13.

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Sofía Monterubio.

Nos regresamos del bosque el lunes por la mañana, ese día no hubo clases por ser un día festivo y el recibimiento en mi casa no fue del sueño si puedo ser sincera.

Liam le fue con el chisme a mi madre de que Alex y yo habíamos iniciado una relación y esa mujer se volvió completamente loca, me habría golpeado de no ser por la intervención de Josué y mi padre.

Muchas veces suelo preguntarme el por qué mi madre es así conmigo. Nunca me ha demostrado cariño genuino, nunca ha estado para mí cuando más la necesito y siempre me hace a un lado porque no cumplo con sus expectativas.

Mi madre nunca ha estado de acuerdo con mis decisiones y creo que la única decisión que me ha apoyado en esta vida es cuando decidí ser la novia del gilipollas de Liam.

No me he sentido muy bien desde ese día, por más que intento ser fuerte y de ignorar todo aquello que me lástima, siempre buscan la forma de traspasar mis muros y desmoronar lo poco que he logrado.

Y es muy frustrante porque quiero estar bien y simplemente no puedo.

—¿Por qué estás tan triste? —di un respingo ante la repentina aparición de Alex y él me rodeó con sus brazos cuando se sentó a mi lado—. Tranquila, solo soy yo... ¿Estás llorando? ¿Quién se atrevió a lastimarte ahora? —preguntó entre preocupado y enojado mientras limpiaba mis lágrimas.

—¡¿Cómo es eso que tienes novio, Sofía?! —preguntó mi madre completamente furiosa y la contemplé algo temerosa.

Sabía que Liam no se quedaría tranquilo.

¡Joder! ¿Cuándo será el día en el que me dejará en paz?

—Tengo todo el derecho de seguir con mi vida —espeté con firmeza mientras seguía acomodando mis cosas.

Josué y yo apenas terminábamos de llegar del bosque y ya se estaba formando la tercera guerra mundial en esta casa.

—¡¿Pero como puede ser posible...?! ¡Terminaste con Liam hace poco! —expresó indignada.

—¡Tengo derecho a ser feliz! —bufé airada—. Liam es un imbécil, tú lo alabas y lo adoras porque no lo conoces. ¡Pero yo sí!

—¡Tienes que terminar con ese chico!

—Primero que nada: ¿Puedes dejar de gritar? —musito algo irritada—. Y sobre tu petición déjame decirte que no la pienso cumplir, él es el mejor chico que he conocido en mi vida y no porque tú tengas el capricho de que vuelva con aquel gilipollas voy a dejar de ser feliz.

—¡¿Qué está pasando aquí?! ¡Sus gritos no me dejan trabajar en paz por el amor a Dios! —espetó Elisa con amargura una vez que entró a mi habitación sin tocar.

Lo que me faltaba.

—Tu hermana ya tiene novio ¿Qué te parece eso? —le comunica mi madre en un tono muy repugnante para mí audición.

—¡Oh! ¿Pero qué se puede esperar de una mosca muerta madre? A Sofía no la buscan por bonita —me mira de pies a cabeza—. Sino por fácil, porque no vale nada.

—Se te agradecería que te metas en tus asuntos y dejes de ser tan metiche —mascullé con lagrimas en mis ojos.

—¡Ugh! que miedo —murmuró con sarcasmo mientras movía sus manos como si temblaran—. ¿Acaso te duele que te digan la verdad, hermanita? —Elisa me obliga a mirarme al espejo y su agarre en mi nuca se afinca cuando me rehuso a mirarme en él—. ¡Mírate! ¿Quién va a querer estar al lado de alguien que es tan poca cosa?

Camino a la felicidad (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora