—Estas flores se ven muy monas, Nils —las revisé con cierta fascinación—. ¿Quién te las regaló? sea quien sea se me adelantó —le mostré el ramo de girasoles que tenía en mis manos hasta ahora.
Nils me miró por el rabillo del ojo y la maquillista lo tomó del mentón para que volviera a mirarlo porque aún no había terminado con su maquillaje.
La maquillista perfeccionó los últimos detalles y después de desearle suerte a mi amigo, se marchó.
Hoy era el día de su obra de teatro y vine a verlo a su camerino porque estaba muy nervioso, Nils caminaba de un lado a otro siendo un total manojo de nervios y yo lo observaba bastante tranquila, no entiendo porque dudaba tanto de él si actuaba demasiado bien.
—Si sigues caminando así me vas a terminar mareando, sin contar que harás una zanja aquí adentro —me burlé y Nils se detuvo para dedicarme una mirada inquisitiva—. Lo harás bien, te lo aseguro.
Nils se había preparado por mucho tiempo, lo ayudé a ensayar y fui testigo de su esfuerzo para ser un buen actor, lo hacía perfecto pero su paranoia no lo dejaba ver eso.
—No es eso —habló por fin sin dejar de caminar y aparté la mirada de él cuando de verdad me estaba empezando a marear—. Lo que pasa es... sino que... pero... ¡mierda! —exclamó frustrado y se tumbó en el sillón de forma dramática.
Reparé en su gesto y acciones en busca de respuestas y luego miré el ramo de tulipanes que estaba en el florero del tocador.
¡Claro! ¿por qué no lo había pensado antes? ¡soy una estúpida!
—¿Estás así por el chico de Tinder? —pregunté de todos modos y la mirada de Nils dijo más que mil palabras—. Entonces si es por él... —acaricié cada palabra como si estuviera degustando un postre y me acuclillé frente al pelirrojo que aparentaba ser un alma en desgracia— estás nervioso porque piensas que harás el ridículo allá afuera y que lo decepcionarás —dedujé y su mirada amielada me lo confirmó—. Eres un actor sensacional, Nils, nunca dudes de tí y de tu talento. Y si él no ve eso es porque no le gustas lo suficiente para...
—Me besó... él me besó.
Parpadeé con incredulidad por su confesión y Nils se restregó la vista como si quisiera arrancarsela.
—Estó no me lo esperaba...
—Yo tampoco...
—Pero... ¿te gustó?
—Si te dijera que no sería un vil mentiroso.
Su mirada se iluminó ante la afirmación pero luego se ensombreció, Nils se sentó en el sillón aún con la expresión de tristeza tallada en sus facciones y enredó sus dedos en los mechones rojizos de su cabello.
—¿Qué pasa? —pregunté bastante preocupada.
El sepulcral silencio había tomado posesión del ambiente y era bastante deprimente.
Nils no dijo nada.
—Nils, di algo. No quiero pensar que el beso si fue malo después de todo.
—No es eso novia, no es eso... lo que pasa es que...
Se quedó callado abruptamente y lo obligué a mirarme, sus ojos se habían cristalizado y su labio inferior temblaba ante la reprimenda de sus sentimientos.
—Vamos cariño, dilo.
Un gimoteó escapó de sus labios y cerró sus ojos como si buscara una pizca de valentía de la cual aferrarse.
—Tengo miedo de que se repita las cosas del pasado —confesó casi en un sollozo—. ¿Sabes? no había vuelto a besar a nadie más después de Mitchell y besar a Bastian fue como... sentí que... sentí que tocaba el cielo con las manos, por un momento me sentí querido, quizás deseado —expresó casi entusiasmado, pero el semblante triste no tardó en aparecer nuevamente—. Pero aún me persiguen los fantasmas del pasado y siento que no merezco ser amado, o quizás si lo merezco pero tengo miedo de que vuelvan a hacerme daño, que vuelvan a maltratarme como lo hizo mi padre, los de la maldita clínica y Mitchell. Y no quiero volver a eso, no quiero, no quiero, no quiero...
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Camino a la felicidad (En corrección)
Roman pour Adolescents[Primer Libro]: Ella vivió dos años en una relación, donde fue maltratada y golpeada por su pareja, años donde el maltrato psicológico al que era sometida la hacía pensar que todo lo malo que pasaba era su culpa. Él ya no creía en el amor después de...