Capítulo 28.

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Sofía Monterubio.

—Esto tiene que ser una broma, una maldita broma—bufo.

—Prima, tienes días diciendo lo mismo... Tienes que calmarte— los ojos negros de Lily hace contacto con los míos mirándome con intensidad.

Vale, esa mirada pudo haber servido en otro momento pero no hoy.

—Como me pides eso, sabes el desastre que será hoy—me lanzó de espaldas a la cama y abrazo una almohada—. Que casualidad que después de tantos años harán una cena.

Lily se acerca a mi en medio de risas y se sienta en mi cama—Hay destinos peores que la muerte—noto la diversión en sus ojos.

—Para mi la muerte es mucho mejor que compartir la mesa con Liam, creeme—suspiro.

—Sofía tienes que calmarte—dice en medio de un bostezo—. A mi tampoco se me hace divertido tener que verle la cara a ese gilipollas, pero no estarás sola, Alex, los chicos y yo estaremos contigo, puedes estar completamente segura de que todo saldrá bien, sólo ignora a Liam y ya... Problema resuelto y si él intenta hacer algo creeme que no quiere conocer mi lado oscuro—me sonríe con malicia.

—Es que se me hace muy extraño que mi madre de la noche a la mañana quiera hacer una cena familiar, y que invite a Alex—me levanto de la cama y busco mi celular que está sobre la peinadora—. ¡Ella lo odia Lily!

—A lo mejor quiere cambiar—recalca—. O quizas mi tío le quito todo el mal humor que tenía—sube y baja las cejas de manera seductora.

Yo la miro con horror—Si te han dicho que sueles ser un poco... ¿Rara?—enarco una ceja con diversión mientras revisó mi celular.

—Siempre, porque ser rara es interesante, porque crees tú que David anda peor que un crío detrás de mí—parpadea un par de veces y me sonríe como un angelito.

—Pobre David—suspiro—. Deberías darle una oportunidad... Se la merece—insisto.

—Aún no me siento segura—confiesa—. Él me gusta mucho, no puedo negarlo—sonríe a medias—. Pero siento... Miedo—suspira y se acuesta en mi cama.

—Sabes que si no le explicas esto, así como lo haces conmigo, lo estarás lastimando constantemente—le recuerdo y me siento en el sillón mientras revisó mi cuenta de Instagram.

—Lo sé, creeme que lo sé—dice a regañadientes mirando fijamente al techo, esto ya parece una sesión psicóloga–paciente—. Solo necesitó tiempo.

—Tiempo que estas perdiendo al no estar a su lado, Lily si tú no le dices la verdad se la digo yo.

Una sonrisa burlona adornan los labios de Lily.

A veces pienso que es bipolar.

—¿ En dónde quedó la confidencialidad doctora Monterubio?—empieza a reírse con fuerza.

Yo pongo mis ojos en blanco y la miro con seriedad.

—No estoy bromeando Lily—la sentencio con la mirada.

—Vale, vale—levanta sus manos en señal de paz—. Dame tres días, si en tres días no le digo que me gusta, se lo dices tú—se levanta de mi cama y camina hacia mí—. ¿Trato hecho?

Yo me levanto del sillón—Trato hecho—le extiendo mi mano y ella la estrecha—. Ni un día más...

—Ni un día menos—termina por mi—. Lo sé, lo sé— se lame los labios—. Me voy a la habitación de huéspedes a preparar el vestido que me pondré está noche.

Camino a la felicidad (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora